Estoy cansado, muy cansado... Acabé la carrera jurando que nunca más volvería a correr una maratón de montaña... Bueno, no la volveré a correr dos semanas después de correr una de asfalto... Bueno, no sé... ¿Cuándo es la próxima? :)
No soy capaz de explicar lo que pasa por nuestra mente antes, durante y después de algo así. Pero sí que tengo muy claro que correr mucho es algo más mental que físico, obviamente es necesario tener un soporte en forma de huesos y músculos para que los planes que se nos pasan por la cabeza sean viables, pero por mucho que se prepare uno físicamente, si la cabeza no está dispuesta a pasar por las distintas etapas de la que consta un sacrificio así, no hay nada que hacer...
Por mi cabeza ya rondaba eso de pasarse muchas horas corriendo por la montaña. Ya he hecho varias carreras de entre 10 y 24 kilómetros por montaña. Incluso el verano pasado estuve cuatro horas y cuarto corriendo entre volcanes con mi amigo Antonio Navas... Lo de probar con las ultras alguna vez es algo que de vez en cuando se me pasa por la cabeza... Pero antes había que probar algo intermedio...
Así que ayer domingo, a las 4:00am ya me estaba despertando con la idea de hacer mi primera maratón de montaña, no en las mejores condiciones físicas, obviamente poco recuperado del esfuerzo de Chicago, pero sí con ganas de disfrutar sufriendo, esa manía tan rara que tenemos los runners, que tan fácil nos es entender, pero tan complicado explicar a los demás... :)
Nos plantamos en Sant Llorenç con el coche de Manu con tiempo suficiente para recoger el dorsal, preparar todos los cacharros y empezar a asustarnos... El perfil, simplemente, horripilante...
Y las caras antes de la salida no podían esconder de todo el miedo que llevábamos en el cuerpo... ;)
Visto el perfil, parecía que hasta el kilómetro 17 podíamos ir tranquilos. Y nos pusimos de acuerdo en ser reservones con el ritmo. Llegamos juntos al inicio de la subida asesina a La Mola, después de batir el récord de paradas a mear... No me lo puedo creer, ¡paramos 5 veces en 17 kilómetros! Será el madrugón, el frío, los nervios, no lo sé, el caso es que fueron 5 las paradas en boxes, individuales, por parejas y al final los tres a la vez, todo un acto de camaradería runner... ;)
Poca historia tuvieron esos kilómetros, regulando el esfuerzo, soltando las piernas en las bajadas, moderando el esfuerzo en las subidas... Llegamos bastante frescos al inicio de la subida, y a partir de ahí, empezó lo divertido...
Íbamos casi en fila de a uno, era una subida que se hacía andando o a gatas, con algún tramo de prácticamente escalada... Yo me sentía ligero y aprovechando las zonas donde se podía, fui ganando algunas posiciones. Los 17 kilómetros de meadas y rodaje suave no me habían desgastado casi nada y me sentía con fuerzas para ir subiendo con alegría... Tenía por delante 3 kilómetros demoledores, un receso de 2 kilómetros para recuperar, otros 3 asesinos, y ya me habría plantado casi en el 25, habiendo pasado lo peor...
La teoría era esa... La primera subida, muy bien. Bajando, me di cuenta que me falta mucho que aprender, me sentía poco seguro, me adelantaban por todos sitios, y el tobillo en alguna ocasión amagó con torcerse... La segunda subida, habiéndome recuperado bastante bien, salió fácil, y me planté en lo alto de la Mola con la moral alta y pensando que ya quedaba lo más fácil...
En ese avituallamiento me alcanzó Toni, comentamos cómo andábamos de fuerzas, aprovechamos el surtido de agua, bebida isotónica, frutos secos, chocolate y plátanos, y entonces... Fue cuando cambió todo.......
Estuve parado quizá 2 ó 3 minutos, no creo que más. Cuando empecé a trotar cuesta abajo, sentí un dolor agudo en las dos rodillas, y simplemente, no podía correr como hasta hacía pocos minutos... Perdí de vista a Toni, intenté ir a un ritmo poco exigente para que las rodillas entraran en calor, esperando que desapareciera el dolor, pero, además de no desaparecer éste, los tobillos se apuntaron a la fiesta y empezaron a doler, sobre todo el izquierdo... Cada paso cuesta abajo era un suplicio, las rodillas me dolían cada vez más, y cada vez que pisaba una piedra notaba un dolor agudo en los tobillos.......
Recordé que nunca había corrido más de 24 kilómetros en montaña... Y que en Lanzarote mis rodillas acabaron bastante mal tras otros tantos kilómetros entre volcanes, lo achaqué a la dureza del terreno... Pero parece que no hacen falta 25 kilómetros exclusivamente de piedras para que mis rodillas digan basta...
Todavía tenía fuerzas, pero iban desapareciendo paso a paso mientras intentaba bajar sin caer rodando y buscaba una manera de correr que no me doliera... Pero no había manera... Sólo en las subidas me sentía bien y el dolor casi pasaba desapercibido... Pero en las bajadas, era simplemente insoportable...
En medio de mi agonía me crucé con Quico el Zorro, con quien compartí parte de mi primera maratón ¡Joder, qué subidón de moral, qué manera de animar, gracias tío!
Pero seguía perdiendo posiciones a puñados... Y tobillos y rodillas competían por ver cuáles dolían más... :( Se me hizo interminable, además llevaba el RunKeeper en el nuevo iPhone, y al instalarlo de nuevo, se activó la configuración por defecto, que va cantando el tiempo y la distancia cada 5 minutos... Pasaban los minutos de 5 en 5, y la distancia recorrida no llegaba a 500 metros... Qué tortura...
Además, el calor ya empezaba a hacer mella... En uno de los avituallamientos, las tabletas de chocolate eran chocolate a la taza, sólo faltaron los churros... :) El agua estaba caliente pero los voluntarios animaban mucho y ayudaban a levantar un poco la moral...
Al final, ya sólo pensaba que esto acabaría de una vez y que el dolor pasaría a la historia mientras la satisfacción quedaría para siempre... Y así fue... 6 horas y 7 minutos corriendo, andando, escalando, gateando... Y se acabó mi primera maratón de montaña... Me juré que nunca más...
Pero recuerdo esas 6 horas... El reto que supuso, el poder acabar, lo mucho que aprendí, lo mucho que me queda por mejorar... Y creo que quiero más... :)
Porque al final, la cara de satisfacción lo dice todo...
Ahora sí, unos días de descanso total. Vienen las medias maratones de invierno, la Nassos, y ya para marzo, la maratón de Barcelona. Porque, pese a estos escarceos, mi hábitat sigue siendo el asfalto y empieza a rondarme una idea por la cabeza, que hace unos meses era impensable, pero... Si veo que en Barcelona estoy bien... Y que tengo un año por delante hasta Boston 2016... Podría intentar prepararme a conciencia e intentar aprovechar el perfil y el ambientazo de Boston para buscar bajar 9 minutos y 54 segundos mi marca actual...
lunes, 27 de octubre de 2014
domingo, 19 de octubre de 2014
Chicago Marathon, una semana después... Fotos, conclusiones y nuevos objetivos.
Ya ha pasado una semana, y como suele ocurrirme, parece que hayan sido meses... Lo he contado, publicado, fotografiado, explicado con todo lujo de detalles, porque como dice el gran Sosaku Runner, una maratón es un 33% prepararla, un 33% correrla, y un 33% contarla. Y ese 1% especial que nos guardamos para nosotros, lo iré recordando de tanto en tanto cuando tenga un momento bajo... :)
Ahora ya con la cabeza más fría, es el momento de sacar conclusiones y empezar a pensar en nuevas metas...
La primera conclusión es sobre los entrenamientos. Seguro que todos hemos oído muchas veces que las tiradas largas y los rodajes cochineros se deben hacer despacio, que es mejor. Como curiosos que somos los seres humanos, a veces no nos basta con que simplemente nos digan que algo es mejor. Algo así explicaba en mi otro blog... :) Pero leyendo no recuerdo dónde, encontré una explicación muy convincente para intentar no dejarme llevar en las tiradas largas y hacerlas más lentas que en planes anteriores. La didáctica razón es que entrenando a ritmos más suaves, conseguimos que el cuerpo haga aumentar la red de capilares, que son los que entregan el oxígeno a nuestros músculos y recogen los restos de lactato. Aunque ya lo había leído anteriormente, esta vez, quizá por lo gráfico de la explicación, me sirvió para automotivarme y tomármelo más en serio. Mientras entrenaba, visualizaba como, en plan documental de Discovery Channel, iban apareciendo más capilares alrededor de mis músculos y cómo recogían rápidamente los restos del maldito lactato tras aportar abundantes cantidades de oxígeno... :) Así que, capilares en mente, los domingos mis ritmos han sido más suaves, los rodajes de calidad han sido en cambio un poco más exigentes, y el día de la maratón, por primera vez, no sentí los dolores del lactato acumulado en los músculos, no sentí en ningún momento el bajón de el muro y me atrevo a pensar que esos entrenamientos más cochineros ayudaron en algo.
La segunda conclusión es que al nivel al que corremos los runners aficionados, creo que es un error marcarse un ritmo objetivo de carrera, sino que lo que da mejores resultados es marcarse un ritmo objetivo de esfuerzo. Uno necesita muchas maratones para poder llegar a entender los mensajes que transmite nuestro cuerpo mientras corremos... Pero cuando por fin conocemos cuál es el nivel de esfuerzo que podemos mantener entre 35 y 42 kilómetros, correr sin la agonía de intentar mantener un ritmo que quizá nos está exigiendo un esfuerzo que pagaremos caro al final, se convierte en un disfrute continuado durante 42195 metros... :) En Chicago no llegué a sentirme cansado en ningún momento, incluso llegué con suficiente fuerza como para hacer el último kilómetro a ritmo de MMP en 10K... Y tampoco tuve la referencia del GPS, pues será por los edificios o porque mi Forerunner ya está en las últimas, el ritmo marcado iba bailando constantemente. Pero concentrándome en el nivel de esfuerzo, al final los ritmos oficiales salieron casi clavados en todos los parciales.
La tercera es que una parte del resultado depende de factores externos... Como decía Picasso, "cuando llegue la inspiración, que me encuentre trabajando". Yo digo que "cuando las condiciones de carrera sean perfectas, que me encuentren bien entrenado"... :) Un día caluroso, un ataque de flato, las ganas de orinar o una ampolla asesina pueden fastidiarnos después de 4 meses entrenando. Pero si la temperatura es ideal, los geles y el líquido entran y se asimilan sin problemas, la vejiga funciona como debe y las zapatillas responden, solo faltaría no haber entrenando bien y no aprovechar algo que ocurre en una de cada 10 maratones... :)
Cuarta conclusión, como dice mi madre, a la vejez, viruelas... :) Cuando ya tenemos una edad y unos hábitos adquiridos, es complicado cambiarlos de repente. A veces, incluso, es más astuto aprovechar lo positivo de algunos de esos malos hábitos e intentar mitigar un poco los negativos, en vez de cambiar radicalmente y liarla. En mi caso, estos últimos meses, decidí jugar de portero en vez de jugador a fútbol, y eso me produjo un ataque de lumbago que me tuvo fastidiado mucho tiempo... También pensé en cambiar el calzado y probar algo más natural, pero una molestia en el empeine izquierdo y otra en el tobillo derecho me han hecho volver a mis Asics super amortiguadas... Es más, me traje de Chicago unas Nimbus 16 con las que voy a entrenar para la próxima maratón. En cambio, las Excel 33 (las natural) las usé en la maratón y me fue muy bien con ellas, pero para el día a día seguiré con mis clásicas zapatillas más de las de toda la vida... :)
Las fotos... Salieron un montón de MarathonFoto.com... :)
Enlace a Google +
Y los nuevos objetivos...
El domingo que viene, una maratón de montaña... Quería probarlo... :) Aunque iré en plan chocamanitas... :)
En primavera, maratón de Barcelona. No creo que vaya a correr dos maratones en primavera como sí que hice el año pasado y el anterior... Me habría gustado hacer la de Londres el año próximo, pero ya no hay plazas... Estaba pensando en Boston pero me quedé fuera, así que a lo mejor sólo hago la de casa...
En otoño, me lo estoy pensando. Quizá repita alguna conocida... :) Pero como no hay retos importantes de cara a otoño de 2015, este verano podría ser un buen momento para intentar una ultra.
Porque el reto de verdad, la carrera en la que me gustaría hacerlo muy bien, aprovechando de paso el trazado, será Boston 2016, esta vez no me quedo fuera a no ser que cambie mucho el proceso de selección. Según cómo me vea en Barcelona, en verano, y en otoño... Quizá podría plantearme palabras mayores para Boston 2016. Pero eso está todavía por venir...
Por ahora, me quedo con esto... :)
Ahora ya con la cabeza más fría, es el momento de sacar conclusiones y empezar a pensar en nuevas metas...
La primera conclusión es sobre los entrenamientos. Seguro que todos hemos oído muchas veces que las tiradas largas y los rodajes cochineros se deben hacer despacio, que es mejor. Como curiosos que somos los seres humanos, a veces no nos basta con que simplemente nos digan que algo es mejor. Algo así explicaba en mi otro blog... :) Pero leyendo no recuerdo dónde, encontré una explicación muy convincente para intentar no dejarme llevar en las tiradas largas y hacerlas más lentas que en planes anteriores. La didáctica razón es que entrenando a ritmos más suaves, conseguimos que el cuerpo haga aumentar la red de capilares, que son los que entregan el oxígeno a nuestros músculos y recogen los restos de lactato. Aunque ya lo había leído anteriormente, esta vez, quizá por lo gráfico de la explicación, me sirvió para automotivarme y tomármelo más en serio. Mientras entrenaba, visualizaba como, en plan documental de Discovery Channel, iban apareciendo más capilares alrededor de mis músculos y cómo recogían rápidamente los restos del maldito lactato tras aportar abundantes cantidades de oxígeno... :) Así que, capilares en mente, los domingos mis ritmos han sido más suaves, los rodajes de calidad han sido en cambio un poco más exigentes, y el día de la maratón, por primera vez, no sentí los dolores del lactato acumulado en los músculos, no sentí en ningún momento el bajón de el muro y me atrevo a pensar que esos entrenamientos más cochineros ayudaron en algo.
La segunda conclusión es que al nivel al que corremos los runners aficionados, creo que es un error marcarse un ritmo objetivo de carrera, sino que lo que da mejores resultados es marcarse un ritmo objetivo de esfuerzo. Uno necesita muchas maratones para poder llegar a entender los mensajes que transmite nuestro cuerpo mientras corremos... Pero cuando por fin conocemos cuál es el nivel de esfuerzo que podemos mantener entre 35 y 42 kilómetros, correr sin la agonía de intentar mantener un ritmo que quizá nos está exigiendo un esfuerzo que pagaremos caro al final, se convierte en un disfrute continuado durante 42195 metros... :) En Chicago no llegué a sentirme cansado en ningún momento, incluso llegué con suficiente fuerza como para hacer el último kilómetro a ritmo de MMP en 10K... Y tampoco tuve la referencia del GPS, pues será por los edificios o porque mi Forerunner ya está en las últimas, el ritmo marcado iba bailando constantemente. Pero concentrándome en el nivel de esfuerzo, al final los ritmos oficiales salieron casi clavados en todos los parciales.
La tercera es que una parte del resultado depende de factores externos... Como decía Picasso, "cuando llegue la inspiración, que me encuentre trabajando". Yo digo que "cuando las condiciones de carrera sean perfectas, que me encuentren bien entrenado"... :) Un día caluroso, un ataque de flato, las ganas de orinar o una ampolla asesina pueden fastidiarnos después de 4 meses entrenando. Pero si la temperatura es ideal, los geles y el líquido entran y se asimilan sin problemas, la vejiga funciona como debe y las zapatillas responden, solo faltaría no haber entrenando bien y no aprovechar algo que ocurre en una de cada 10 maratones... :)
Cuarta conclusión, como dice mi madre, a la vejez, viruelas... :) Cuando ya tenemos una edad y unos hábitos adquiridos, es complicado cambiarlos de repente. A veces, incluso, es más astuto aprovechar lo positivo de algunos de esos malos hábitos e intentar mitigar un poco los negativos, en vez de cambiar radicalmente y liarla. En mi caso, estos últimos meses, decidí jugar de portero en vez de jugador a fútbol, y eso me produjo un ataque de lumbago que me tuvo fastidiado mucho tiempo... También pensé en cambiar el calzado y probar algo más natural, pero una molestia en el empeine izquierdo y otra en el tobillo derecho me han hecho volver a mis Asics super amortiguadas... Es más, me traje de Chicago unas Nimbus 16 con las que voy a entrenar para la próxima maratón. En cambio, las Excel 33 (las natural) las usé en la maratón y me fue muy bien con ellas, pero para el día a día seguiré con mis clásicas zapatillas más de las de toda la vida... :)
Las fotos... Salieron un montón de MarathonFoto.com... :)
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Y los nuevos objetivos...
El domingo que viene, una maratón de montaña... Quería probarlo... :) Aunque iré en plan chocamanitas... :)
En primavera, maratón de Barcelona. No creo que vaya a correr dos maratones en primavera como sí que hice el año pasado y el anterior... Me habría gustado hacer la de Londres el año próximo, pero ya no hay plazas... Estaba pensando en Boston pero me quedé fuera, así que a lo mejor sólo hago la de casa...
En otoño, me lo estoy pensando. Quizá repita alguna conocida... :) Pero como no hay retos importantes de cara a otoño de 2015, este verano podría ser un buen momento para intentar una ultra.
Porque el reto de verdad, la carrera en la que me gustaría hacerlo muy bien, aprovechando de paso el trazado, será Boston 2016, esta vez no me quedo fuera a no ser que cambie mucho el proceso de selección. Según cómo me vea en Barcelona, en verano, y en otoño... Quizá podría plantearme palabras mayores para Boston 2016. Pero eso está todavía por venir...
Por ahora, me quedo con esto... :)
miércoles, 15 de octubre de 2014
Crónica de la Chicago Marathon 2014
El lunes 13 de octubre me desperté angustiado, pensando que todo había sido un hermoso sueño... Pero no, colgada sobre la bañera del hotel estaba secándose la ropa que llevé el día anterior, en el cajón la medalla, y en la web seguía apareciendo el resultado de la mejor maratón que he corrido en mi vida.
Y dos días después, aún con muchas sensaciones a flor de piel, toca recordarlo todo una vez más, para cuando la memoria me falle y sólo me queden leves atisbos de esos momentos, y dejarlo plasmado en el blog, para releerlo antes de la próxima, cuando tenga un momento bajo o simplemente cuando quiera volver a emocionarme con la multitud de pequeños detalles que me regaló Chicago y su maratón...
La previa será muy corta... Siguiendo mi ritual cuando corro muy lejos de casa, llegué con la family el viernes por la noche, bajamos del avión para irnos directamente a dormir y así el sábado ya estar casi acomodados al horario de Chicago, previa agradable sorpresa en forma de llave de la habitación...
El mismo sábado por la mañana, visita a la feria del corredor, recogida de dorsal y acopio de barritas energéticas, cereales, y una cata de bebidas isotónicas, zumo de mango y diversos tentempiés con los que ir cargando algún carbohidrato de más, que los iba a necesitar. Pizza para comer, pasta para cenar, desayuno para el día siguiente comprado (zumo, pan de molde, mermelada, un plátano y galletas), y a la piltra a las 9 de la noche, con la intención de dormir al menos 7 horas... Porque en Chicago la maratón empieza a las 7:30am, y como quería llegar a la salida con la digestión bien hecha, puse el despertador a las 4:00am.
Como no podía ser de otra manera, me levanté como un resorte, me comí tres buenas rebanadas de pan con mermelada, el plátano, bajé a por café a recepción y me lo tomé con un par de galletas, para acto seguido cumplir el obligado punto 8... Y sobre las 6:45am, ya estaba todo listo para, una vez más, en un mar de nervios, correr otra maratón, la duodécima.
En una de las maratones de Barcelona aprendí de noruegos, franceses, italianos y daneses el viejo truco de llevar una camiseta de tu país, para que todos los paisanos que están entre el público te animen... :) Así que salí del hotel de esta guisa...
Me fui con lo puesto, sin bolsa ni nada... Mis 6 geles, el móvil en el cinturón de los geles, y 4 meses de entrenamiento en las piernas, con el objetivo de intentar mejorar mi marca personal, en un recorrido llano y con un clima ideal. Como objetivo más optimista, bajar de 3:12, pensando que en Sevilla hice 3:14:39 y que el calor al final me hizo bajar bastantes enteros, así que aún cuento con margen de mejora.
La llegada al corral de salida, sin incidentes, ni siquiera tuve que parar para ir al baño, y con tiempo suficiente pude calentar un poco, estirar bien, y hasta hacerme un selfie... :)
Y bueno, déjemosnos de historias... Que ahora ya toca correr... :)
Al igual que cuando entreno, empecé la carrera buscando un nivel de esfuerzo, no un ritmo objetivo. Así entreno desde hace ya un par de años. Corro a esfuerzo 10K, a esfuerzo de media maratón, a esfuerzo de maratón, aunque los ritmos no sean siempre los mismos en función del sueño que tenga, la temperatura o el cansancio acumulado... Intenté empezar a correr a un esfuerzo de maratón, el nivel de esfuerzo que puedo mantener durante al menos 26 km, con la referencia de los entrenamientos que he hecho durante el plan. Pero teniendo en cuenta que salía con el primer grupo, donde el tiempo mínimo exigido era de 3:15:00, yo era de los lentos de la manada, y el consabido efecto manada seguramente me hizo empezar algo más rápido de lo que debería... Tanto que hice los primeros 5 km en 22:08, una locura, bastante por debajo de 4:30 min/km.
Aunque me sentía cómodo, el Forerunner me estaba diciendo que ese ritmo quizá no lo aguantaría toda la carrera... Así que los siguientes 5 km los hice en 22:38, a 4:31 min/km. Seguía siendo un ritmo muy alto si lo comparo con los entrenamientos hechos... Pero el nivel de esfuerzo era el mismo, no notaba un desgaste excesivo y las piernas respondían bien...
5 km más, para llegar al 15, en 22:41. 4:32 min/km. Las piernas y la cabeza me decían que iba bien, siguiendo a ese ritmo, y pensando que en la segunda mitad de la carrera siempre pierdo tiempo, parecía que el objetivo del 3:12 podría hacerse realidad...
Nos acercamos a la media maratón, paso por el 20, y he hecho los últimos 5 km en 22:58, eso es un ritmo de 4:36 min/km, más acorde a lo que había entrenado. Estuve un poco más conservador, temía estar quemando las reservas demasiado pronto y pagarlo caro, como me pasó en Nueva York. Poco después crucé la media en 1:35:13, y empecé a marearme con los primeros cálculos...
No sé si os pasa a todos, pero la media es un momento psicológico en el que ya tenemos muchas referencias y empezamos a hacer cuentas... :) Las cuentas conservadoras me decían que podía perder unos dos minutos en la segunda mitad y aún así conseguir el 3:12... Las cuentas optimistas... Si hacía la segunda mitad igual que la primera estaría cerca de un 3:10 que nunca me había planteado... Y descartada quedaba la opción de correr la segunda mitad más rápido que la primera, nunca lo he conseguido... Recuerdo un día, hablando con el gran Carles Aguilar, que él me confesó que le costó 12 maratones hacerlo así...
Ahí estaba la horquilla, entre 3:10 y 3:12 si no había accidentes. Pero había que correr con cabeza, la primera mitad la corrí prácticamente a 4:30 min/km y no tenía nada claro que en la segunda no estuviera el tío del mazo frotándose las manos...
Del 20 al 25 corrí en 22:21. 4:28 min/km. Uno ya no va tan fresco y es cuando más se agradecen los ánimos del público y los gestos de los voluntarios... Pero el reloj corría, los kilómetros pasaban, y el ritmo se mantenía.
5 km más para plantarse en el 30. En 22:50. Conservador, ritmo de 4:34 min/km. Seguía haciendo cuentas y veía que el 3:12 estaba a tiro, según cómo se portara conmigo el tío del mazo...
Y precisamente en el kilómetro 30, que es cuando realmente empieza la maratón, fue cuando cambié el chip. A veces necesitamos una señal... Y esa señal fue, justo pasando la marca del 30, una nebulosa de corredores con un papelito en la espalda que decía... 3:10...
Había pasado la media en 1:35:13, proyección de 3:10:26. El 3:10 no entraba en mis planes... Pero alcancé a ese grupo de corredores que iban buscando ese tiempo, me sentía bastante entero, y pensé que quizá hoy iba a ser mi día de suerte... Kilómetro 30, queda lo peor, si había ido muy rápido lo iba a pagar caro, si había ido al ritmo correcto y las piernas respondían, era el momento de probar suerte. Así que no me lo pensé dos veces, quedaban 12 km, y sentí la confianza necesaria para intentar apretar un poco. Hasta entonces, había corrido muy cómodo, intentando no superar el umbral de esfuerzo máximo. Decidí meter una marcha más, y dejé atrás ese grupo y me di cuenta de que estaba adelantando a todo el que se me ponía por delante...
5 km más, llego al 35, del tío del mazo no había noticias, hago ese parcial en 22:26, a 4:29 min/km.
¿He dicho el 35? Empiezo a creérmelo... Del grupo de 3:10 no volví a saber, temía que me pasaran unos minutos después y no recuperarme del mazazo... Pero no, el ritmo seguía vivo, los geles entraban bien, no me salté un solo avituallamiento y a falta de 7 km el sueño se iba haciendo más real...
Mis piernas y mis pulmones tenían el ritmo memorizado. Del 35 al 40, de nuevo, 22:26, 4:29 min/km casi clavados. Sé que el tío del mazo no va a aparecer, después de 11 maratones, sé que voy a llegar completamente entero al final, el ritmo era el correcto, el esfuerzo, el justo para llegar al final con fuerzas...
2 kilómetros y 195 metros por delante. El 3:12 ya está en el bolsillo. Si sigo a 4:30 min/km, me quedo a las puertas del 3:10. Vamos, 2195 metros, poco más de un 2000 de los que tantas veces he hecho entrenando. Aunque claro, no se hacen igual 2000 metros bien fresco que llevando 40 km en las piernas... :) ¿Quién ha dicho piernas? En esos momentos se corre con la cabeza...
Pero, ¿cómo no iba a intentarlo? La cabeza mete una marcha más y las piernas responden... El Forerunner me canta ritmos de 4:24 min/km entre el 40 y el 41... Pero no es suficiente si quiero bajar de 3:10... Paso el 41, sigo adelantando gente, voy a 4:20 min/km, no pienso, sólo corro...
Ahora no se trata de calcular a qué ritmo he de hacer cada kilómetro. Ahora, quedan metros y segundos... Aprieto un poco más... Aguanto... Veo un cartel al fondo... 800 metros... Paso por el cartel, miro el reloj... 3:07:12...
Mazazo... Tengo menos de 3 minutos para hacer 800 metros...
Por qué poco... No va a poder ser...
Qué lástima...
Lo tenía a tiro...
Ya no puedo hacer más...
No pienses, corre...
Corre... Corre... Corre...
Empiezo a correr... Las piernas responden, la cabeza ya no calcula, sólo envía órdenes a mis cansados músculos pidiendo un último esfuerzo, no sé de dónde salen las fuerzas... 800 metros a tope, a ver hasta dónde llego... Y el impulso me dura apenas 200 metros... Un dolor en el abdomen terrible, una especie de flato concentrado que hace que me retuerza de dolor... Ya está, se acabó, me quedo a las puertas... Bajo el ritmo... Pasan unos segundos... Parece que me recupero... 400 metros... El crono marca más de 3:08... No pienso, corro, corro aún más... Ya no hay dolor, ha desaparecido igual que llegó, las piernas responden, me siento volar, vuelvo a soñar... Ya se ve la meta... No quiero mirar el reloj, sigo corriendo, paso al resto de corredores como si fueran andando, la meta se acerca...
Ya puedo casi medir los pasos que me faltan... Ahora sí, miro el reloj... La meta está ahí... 3:09:40... ¡¡¡Corre, corre!!! Aprieto los dientes, una marcha más, vuelvo a mirar, 3:09:45, lo voy a conseguir, no sé a qué ritmo voy, no me salen las cuentas, pero ahí lo tengo, unos metros más, faltan apenas 10 metros, vuelvo a mirar, 3:09:50, lo tengo, lo tengo, lo tengo, cruzo la meta, paro el reloj, me marca 3:09:55, levanto los brazos, ¡¡¡no me lo creo!!! Luego resultará que fueron 3:09:53, cosas del crono, pero aunque hubieran sido 3:09:59 me habría valido, nunca había pensado poder acabar con tanta fuerza una maratón, mirando con calma los datos del Forerunner veo que los últimos 980 metros los corrí a un ritmo de 3:56, ni haciendo series de 1000 he ido a ese ritmo estos últimos 4 meses...
Después de cruzar la meta, qué os voy a contar, las piernas de repente se acuerdan de todo lo que ha pasado, duele todo, cuesta caminar... Pero esta vez no... No me dolía nada, tenía ganas de seguir corriendo, de saltar, de levantar los brazos, de gritar, de reír... Volvía a mirar el reloj, un 3, un 0 y el resto ya era lo de menos... :)
Había salido todo perfecto. Primera media en 1:35:13, segunda media en 1:34:40. Casi clavando el ritmo de 4:30 min/km durante toda la carrera, y recuperando los segundos perdidos en 2195 metros inolvidables. Ni rastro de flato, ni ganas de orinar, sin molestias... Estaba preparado, pero además las circunstancias fueron las ideales, pueden volver a ser las mismas quizá dentro de otras 12 maratones, pero no pueden ser mejores, esta vez la suerte ha puesto también su granito de arena...
Medalla, foto, cerveza... Qué más se puede pedir.... :)
Me reuní con mi familia y vuelta para el hotel... Mirando el twitter, se me puso la piel de gallina leyendo la retransmisión de Manuel Robaina... :)
Por la tarde, estaba sorprendentemente entero... Aguanté una tarde de compras sin problemas... :) Salí obviamente con mi medalla puesta, pero en Chicago no son tan efusivos como en Nueva York, sólo intercambié un par de congratulations en al ascensor del hotel con una finisher, y por la calle nadie felicitaba a los corredores... :( Bueno, es que lo de Nueva York es único...
Comí ligero, reservándome el clásico T-bone de 18 oz para la cena del lunes... ;) El lunes aprovechamos el estado de mis piernas para hacer un tour en bus, y el guía estuvo muy atento preguntándome por la carrera, a mí y a otro runner... Y hoy martes aún un último coletazo de la maratón... Entrando en el Field Museum, con mi camiseta de finisher, me ve el tío de los tickets y me dice...
Me quedé de piedra... El tío tenía pinta de runner, eso sí... Le dije...
Me hizo un gesto como diciendo "tienes pinta de hacer esa marca"... :D Creo que me la quedo como la anécdota del viaje... :)
Y dos cosas más... La primera, una travesura... Estoy inscrito a una maratón de montaña dentro de dos semanas... Iré a disfrutar, a no morir en el intento y a probarme en el monte en distancias largas... Aunque quizá no sea el momento ideal, dos semanas después de haberlo dado todo en la maratón de mis sueños... Iré a disfrutar...
Y la segunda... Señores de la Maratón de Boston... Este año me he quedado fuera por 40 segundos... Pero ahora sí, de ésta no pasa. Nos vemos en 2016.
Y dos días después, aún con muchas sensaciones a flor de piel, toca recordarlo todo una vez más, para cuando la memoria me falle y sólo me queden leves atisbos de esos momentos, y dejarlo plasmado en el blog, para releerlo antes de la próxima, cuando tenga un momento bajo o simplemente cuando quiera volver a emocionarme con la multitud de pequeños detalles que me regaló Chicago y su maratón...
La previa será muy corta... Siguiendo mi ritual cuando corro muy lejos de casa, llegué con la family el viernes por la noche, bajamos del avión para irnos directamente a dormir y así el sábado ya estar casi acomodados al horario de Chicago, previa agradable sorpresa en forma de llave de la habitación...
El mismo sábado por la mañana, visita a la feria del corredor, recogida de dorsal y acopio de barritas energéticas, cereales, y una cata de bebidas isotónicas, zumo de mango y diversos tentempiés con los que ir cargando algún carbohidrato de más, que los iba a necesitar. Pizza para comer, pasta para cenar, desayuno para el día siguiente comprado (zumo, pan de molde, mermelada, un plátano y galletas), y a la piltra a las 9 de la noche, con la intención de dormir al menos 7 horas... Porque en Chicago la maratón empieza a las 7:30am, y como quería llegar a la salida con la digestión bien hecha, puse el despertador a las 4:00am.
Como no podía ser de otra manera, me levanté como un resorte, me comí tres buenas rebanadas de pan con mermelada, el plátano, bajé a por café a recepción y me lo tomé con un par de galletas, para acto seguido cumplir el obligado punto 8... Y sobre las 6:45am, ya estaba todo listo para, una vez más, en un mar de nervios, correr otra maratón, la duodécima.
En una de las maratones de Barcelona aprendí de noruegos, franceses, italianos y daneses el viejo truco de llevar una camiseta de tu país, para que todos los paisanos que están entre el público te animen... :) Así que salí del hotel de esta guisa...
Me fui con lo puesto, sin bolsa ni nada... Mis 6 geles, el móvil en el cinturón de los geles, y 4 meses de entrenamiento en las piernas, con el objetivo de intentar mejorar mi marca personal, en un recorrido llano y con un clima ideal. Como objetivo más optimista, bajar de 3:12, pensando que en Sevilla hice 3:14:39 y que el calor al final me hizo bajar bastantes enteros, así que aún cuento con margen de mejora.
La llegada al corral de salida, sin incidentes, ni siquiera tuve que parar para ir al baño, y con tiempo suficiente pude calentar un poco, estirar bien, y hasta hacerme un selfie... :)
Y bueno, déjemosnos de historias... Que ahora ya toca correr... :)
Al igual que cuando entreno, empecé la carrera buscando un nivel de esfuerzo, no un ritmo objetivo. Así entreno desde hace ya un par de años. Corro a esfuerzo 10K, a esfuerzo de media maratón, a esfuerzo de maratón, aunque los ritmos no sean siempre los mismos en función del sueño que tenga, la temperatura o el cansancio acumulado... Intenté empezar a correr a un esfuerzo de maratón, el nivel de esfuerzo que puedo mantener durante al menos 26 km, con la referencia de los entrenamientos que he hecho durante el plan. Pero teniendo en cuenta que salía con el primer grupo, donde el tiempo mínimo exigido era de 3:15:00, yo era de los lentos de la manada, y el consabido efecto manada seguramente me hizo empezar algo más rápido de lo que debería... Tanto que hice los primeros 5 km en 22:08, una locura, bastante por debajo de 4:30 min/km.
Aunque me sentía cómodo, el Forerunner me estaba diciendo que ese ritmo quizá no lo aguantaría toda la carrera... Así que los siguientes 5 km los hice en 22:38, a 4:31 min/km. Seguía siendo un ritmo muy alto si lo comparo con los entrenamientos hechos... Pero el nivel de esfuerzo era el mismo, no notaba un desgaste excesivo y las piernas respondían bien...
5 km más, para llegar al 15, en 22:41. 4:32 min/km. Las piernas y la cabeza me decían que iba bien, siguiendo a ese ritmo, y pensando que en la segunda mitad de la carrera siempre pierdo tiempo, parecía que el objetivo del 3:12 podría hacerse realidad...
Nos acercamos a la media maratón, paso por el 20, y he hecho los últimos 5 km en 22:58, eso es un ritmo de 4:36 min/km, más acorde a lo que había entrenado. Estuve un poco más conservador, temía estar quemando las reservas demasiado pronto y pagarlo caro, como me pasó en Nueva York. Poco después crucé la media en 1:35:13, y empecé a marearme con los primeros cálculos...
No sé si os pasa a todos, pero la media es un momento psicológico en el que ya tenemos muchas referencias y empezamos a hacer cuentas... :) Las cuentas conservadoras me decían que podía perder unos dos minutos en la segunda mitad y aún así conseguir el 3:12... Las cuentas optimistas... Si hacía la segunda mitad igual que la primera estaría cerca de un 3:10 que nunca me había planteado... Y descartada quedaba la opción de correr la segunda mitad más rápido que la primera, nunca lo he conseguido... Recuerdo un día, hablando con el gran Carles Aguilar, que él me confesó que le costó 12 maratones hacerlo así...
Ahí estaba la horquilla, entre 3:10 y 3:12 si no había accidentes. Pero había que correr con cabeza, la primera mitad la corrí prácticamente a 4:30 min/km y no tenía nada claro que en la segunda no estuviera el tío del mazo frotándose las manos...
Del 20 al 25 corrí en 22:21. 4:28 min/km. Uno ya no va tan fresco y es cuando más se agradecen los ánimos del público y los gestos de los voluntarios... Pero el reloj corría, los kilómetros pasaban, y el ritmo se mantenía.
5 km más para plantarse en el 30. En 22:50. Conservador, ritmo de 4:34 min/km. Seguía haciendo cuentas y veía que el 3:12 estaba a tiro, según cómo se portara conmigo el tío del mazo...
Y precisamente en el kilómetro 30, que es cuando realmente empieza la maratón, fue cuando cambié el chip. A veces necesitamos una señal... Y esa señal fue, justo pasando la marca del 30, una nebulosa de corredores con un papelito en la espalda que decía... 3:10...
Había pasado la media en 1:35:13, proyección de 3:10:26. El 3:10 no entraba en mis planes... Pero alcancé a ese grupo de corredores que iban buscando ese tiempo, me sentía bastante entero, y pensé que quizá hoy iba a ser mi día de suerte... Kilómetro 30, queda lo peor, si había ido muy rápido lo iba a pagar caro, si había ido al ritmo correcto y las piernas respondían, era el momento de probar suerte. Así que no me lo pensé dos veces, quedaban 12 km, y sentí la confianza necesaria para intentar apretar un poco. Hasta entonces, había corrido muy cómodo, intentando no superar el umbral de esfuerzo máximo. Decidí meter una marcha más, y dejé atrás ese grupo y me di cuenta de que estaba adelantando a todo el que se me ponía por delante...
5 km más, llego al 35, del tío del mazo no había noticias, hago ese parcial en 22:26, a 4:29 min/km.
¿He dicho el 35? Empiezo a creérmelo... Del grupo de 3:10 no volví a saber, temía que me pasaran unos minutos después y no recuperarme del mazazo... Pero no, el ritmo seguía vivo, los geles entraban bien, no me salté un solo avituallamiento y a falta de 7 km el sueño se iba haciendo más real...
Mis piernas y mis pulmones tenían el ritmo memorizado. Del 35 al 40, de nuevo, 22:26, 4:29 min/km casi clavados. Sé que el tío del mazo no va a aparecer, después de 11 maratones, sé que voy a llegar completamente entero al final, el ritmo era el correcto, el esfuerzo, el justo para llegar al final con fuerzas...
2 kilómetros y 195 metros por delante. El 3:12 ya está en el bolsillo. Si sigo a 4:30 min/km, me quedo a las puertas del 3:10. Vamos, 2195 metros, poco más de un 2000 de los que tantas veces he hecho entrenando. Aunque claro, no se hacen igual 2000 metros bien fresco que llevando 40 km en las piernas... :) ¿Quién ha dicho piernas? En esos momentos se corre con la cabeza...
Pero, ¿cómo no iba a intentarlo? La cabeza mete una marcha más y las piernas responden... El Forerunner me canta ritmos de 4:24 min/km entre el 40 y el 41... Pero no es suficiente si quiero bajar de 3:10... Paso el 41, sigo adelantando gente, voy a 4:20 min/km, no pienso, sólo corro...
Ahora no se trata de calcular a qué ritmo he de hacer cada kilómetro. Ahora, quedan metros y segundos... Aprieto un poco más... Aguanto... Veo un cartel al fondo... 800 metros... Paso por el cartel, miro el reloj... 3:07:12...
Mazazo... Tengo menos de 3 minutos para hacer 800 metros...
Por qué poco... No va a poder ser...
Qué lástima...
Lo tenía a tiro...
Ya no puedo hacer más...
No pienses, corre...
Corre... Corre... Corre...
Empiezo a correr... Las piernas responden, la cabeza ya no calcula, sólo envía órdenes a mis cansados músculos pidiendo un último esfuerzo, no sé de dónde salen las fuerzas... 800 metros a tope, a ver hasta dónde llego... Y el impulso me dura apenas 200 metros... Un dolor en el abdomen terrible, una especie de flato concentrado que hace que me retuerza de dolor... Ya está, se acabó, me quedo a las puertas... Bajo el ritmo... Pasan unos segundos... Parece que me recupero... 400 metros... El crono marca más de 3:08... No pienso, corro, corro aún más... Ya no hay dolor, ha desaparecido igual que llegó, las piernas responden, me siento volar, vuelvo a soñar... Ya se ve la meta... No quiero mirar el reloj, sigo corriendo, paso al resto de corredores como si fueran andando, la meta se acerca...
Ya puedo casi medir los pasos que me faltan... Ahora sí, miro el reloj... La meta está ahí... 3:09:40... ¡¡¡Corre, corre!!! Aprieto los dientes, una marcha más, vuelvo a mirar, 3:09:45, lo voy a conseguir, no sé a qué ritmo voy, no me salen las cuentas, pero ahí lo tengo, unos metros más, faltan apenas 10 metros, vuelvo a mirar, 3:09:50, lo tengo, lo tengo, lo tengo, cruzo la meta, paro el reloj, me marca 3:09:55, levanto los brazos, ¡¡¡no me lo creo!!! Luego resultará que fueron 3:09:53, cosas del crono, pero aunque hubieran sido 3:09:59 me habría valido, nunca había pensado poder acabar con tanta fuerza una maratón, mirando con calma los datos del Forerunner veo que los últimos 980 metros los corrí a un ritmo de 3:56, ni haciendo series de 1000 he ido a ese ritmo estos últimos 4 meses...
Después de cruzar la meta, qué os voy a contar, las piernas de repente se acuerdan de todo lo que ha pasado, duele todo, cuesta caminar... Pero esta vez no... No me dolía nada, tenía ganas de seguir corriendo, de saltar, de levantar los brazos, de gritar, de reír... Volvía a mirar el reloj, un 3, un 0 y el resto ya era lo de menos... :)
Había salido todo perfecto. Primera media en 1:35:13, segunda media en 1:34:40. Casi clavando el ritmo de 4:30 min/km durante toda la carrera, y recuperando los segundos perdidos en 2195 metros inolvidables. Ni rastro de flato, ni ganas de orinar, sin molestias... Estaba preparado, pero además las circunstancias fueron las ideales, pueden volver a ser las mismas quizá dentro de otras 12 maratones, pero no pueden ser mejores, esta vez la suerte ha puesto también su granito de arena...
Medalla, foto, cerveza... Qué más se puede pedir.... :)
Me reuní con mi familia y vuelta para el hotel... Mirando el twitter, se me puso la piel de gallina leyendo la retransmisión de Manuel Robaina... :)
Por la tarde, estaba sorprendentemente entero... Aguanté una tarde de compras sin problemas... :) Salí obviamente con mi medalla puesta, pero en Chicago no son tan efusivos como en Nueva York, sólo intercambié un par de congratulations en al ascensor del hotel con una finisher, y por la calle nadie felicitaba a los corredores... :( Bueno, es que lo de Nueva York es único...
Comí ligero, reservándome el clásico T-bone de 18 oz para la cena del lunes... ;) El lunes aprovechamos el estado de mis piernas para hacer un tour en bus, y el guía estuvo muy atento preguntándome por la carrera, a mí y a otro runner... Y hoy martes aún un último coletazo de la maratón... Entrando en el Field Museum, con mi camiseta de finisher, me ve el tío de los tickets y me dice...
Hey, you run the marathon! How much? 3:10?
Me quedé de piedra... El tío tenía pinta de runner, eso sí... Le dije...
Hey, you have a power!!! 3:09:53!!! How did you know?
Me hizo un gesto como diciendo "tienes pinta de hacer esa marca"... :D Creo que me la quedo como la anécdota del viaje... :)
Y dos cosas más... La primera, una travesura... Estoy inscrito a una maratón de montaña dentro de dos semanas... Iré a disfrutar, a no morir en el intento y a probarme en el monte en distancias largas... Aunque quizá no sea el momento ideal, dos semanas después de haberlo dado todo en la maratón de mis sueños... Iré a disfrutar...
Y la segunda... Señores de la Maratón de Boston... Este año me he quedado fuera por 40 segundos... Pero ahora sí, de ésta no pasa. Nos vemos en 2016.
jueves, 9 de octubre de 2014
¡Nos vamos a Chicago!
Mucho, muchísimo trabajo, estas últimas semanas mis deberes profesionales me han consumido mucho tiempo. El blog ha sido el primer afectado, mis visitas a vuestros blogs también, pero los entrenamientos de cara a mi duodécima maratón han podido seguir el plan previsto, excepto por un pequeño imprevisto, y llega el día de la verdad y los deberes están hechos.
Decía hace unas tres semanas que la Peak Week había empezado con buen pie. Resumo cómo acabó...
¿Cómo? El primer día, 26 km a 4:36, no tengo la referencia de Sevilla porque ese año el primer día de la Peak Week me tocó pulverizar mi marca en media maratón, pero si la comparo con hace dos maratones, el entrenamiento salió mejor que en NYC. El segundo día, 19 km a 4:35, mucho mejor que en Sevilla y las anteriores. El tercer día, las series de 15' en ayunas y de madrugada, de nuevo mucho mejor que en Sevilla, a 4:13 y 4:19...
Dejé para el domingo siguiente el último entrenamiento, 12 km a ritmo maratón... Pero el sábado después de hacer unas compras, llego a casa, voy subiendo por la escalera con mi hijo detrás, cargado con una bolsa, calculo mal, pierdo el equilibrio, y ¡zasca!, me pego una hostia de escándalo, apoyo mal el pie y resbalo hacia delante, caigo con todo mi peso y lo que llevaba en la bolsa sobre la rodilla izquierda, dándome con el canto de un escalón...
Creo que no recuerdo un dolor así en mi vida... :( La rodilla, rajada, literalmente. Vi la rótula entre la piel rasgada durante unos segundos hasta que empecé a sangrar... El dolor me dejó casi paralizado, mi hijo asustado, yo dos minutos agachado, apretando los dientes, pensando que literalmente me había roto la rótula y tres tendones...
Cuando pude volver a respirar, miré la herida, pequeña pero profunda... Desinfección, descanso... La rodilla, hinchada... Y yo, acojonado...
Pero con hielo la cosa fue mejorando, se me pasó el susto, y como soy así de bruto, pensé, mañana domingo pruebo a salir a correr, si veo que cuando entro en calor no me duele, sigo, si no, me vuelvo para casa.
Y por supuesto, me dolía, pero poco, y seguí... Calentamiento suave, luego intenté buscar ritmos maratón, pero de eso nada, cada vez me costaba más y corría menos... Seguí pero ya a ritmo Easy, y acabé haciendo 14 km a 5:29, parando varias veces, pensando por qué soy tan animal...
Y después de mi aventura rotuliana, mis dos semanas de taper. 4 rodajes de 10 km, metiendo algún tramo a ritmos más vivos, series de dos mil, incluso 6 km a ritmo maratón una semana después de la hostia, que salieron a 4:34, y otros rodaje con tramos intensos anteayer, viendo que por suerte la rodilla ya no se acuerda del susto.
Y ahora, a hacer la maleta, seguramente mañana me animaré a rodar unos pocos kilómetros, para subir al avión relajado, y mañana mismo por la noche aterrizo en Chicago.
¿Objetivos? El conservador, asegurar una marca de al menos 3:22 para poder correr en Boston en 2016, después de quedarme con la miel en los labios en el pasado sorteo, que me dejó fuera por 40 segundos... Por suerte, en 2016 estaré en la categoría de venerables ancianos de 45 a 50 años, así que la marca será menos exigente.
Y el objetivo menos conservador... Pues mejorar mi marca de Sevilla, hay razones para soñar. Para Sevilla entrené en invierno, época en la que corro mejor. Y para Chicago lo he hecho en verano, época más dura. Aún así, esta Peak Week ha salido mucho mejor esta vez... En Sevilla llegó a salir el sol y al final sufrí un poco. Para Chicago, el pronóstico es de entre 8 y 13 grados, nublado y quizá alguna llovizna... Así que, por qué no pensar que puedo hacerlo. Además, llego más ligero de peso, y eso se debe notar. ¿Pronóstico? Venga, me mojo, buscaré un 3:12... :)
Decía hace unas tres semanas que la Peak Week había empezado con buen pie. Resumo cómo acabó...
Berlín
|
Barcelona
|
NYC
|
Sevilla
|
Chicago
| |
26M |
4:56
|
4:44
|
4:39
|
4:09 (21km)
|
4:36
|
19M |
4:40
|
4:40
|
4:41
|
4:38
|
4:35
|
Series 15' |
4:18-4:18
|
4:28-4:31
|
4:16-4:24
|
4:24-4:26
|
4:13-4:19
|
12M |
4:43
|
4:41
|
4:35
|
4:33
|
5:29 (14E)
|
¿Cómo? El primer día, 26 km a 4:36, no tengo la referencia de Sevilla porque ese año el primer día de la Peak Week me tocó pulverizar mi marca en media maratón, pero si la comparo con hace dos maratones, el entrenamiento salió mejor que en NYC. El segundo día, 19 km a 4:35, mucho mejor que en Sevilla y las anteriores. El tercer día, las series de 15' en ayunas y de madrugada, de nuevo mucho mejor que en Sevilla, a 4:13 y 4:19...
Dejé para el domingo siguiente el último entrenamiento, 12 km a ritmo maratón... Pero el sábado después de hacer unas compras, llego a casa, voy subiendo por la escalera con mi hijo detrás, cargado con una bolsa, calculo mal, pierdo el equilibrio, y ¡zasca!, me pego una hostia de escándalo, apoyo mal el pie y resbalo hacia delante, caigo con todo mi peso y lo que llevaba en la bolsa sobre la rodilla izquierda, dándome con el canto de un escalón...
Creo que no recuerdo un dolor así en mi vida... :( La rodilla, rajada, literalmente. Vi la rótula entre la piel rasgada durante unos segundos hasta que empecé a sangrar... El dolor me dejó casi paralizado, mi hijo asustado, yo dos minutos agachado, apretando los dientes, pensando que literalmente me había roto la rótula y tres tendones...
Cuando pude volver a respirar, miré la herida, pequeña pero profunda... Desinfección, descanso... La rodilla, hinchada... Y yo, acojonado...
Pero con hielo la cosa fue mejorando, se me pasó el susto, y como soy así de bruto, pensé, mañana domingo pruebo a salir a correr, si veo que cuando entro en calor no me duele, sigo, si no, me vuelvo para casa.
Y por supuesto, me dolía, pero poco, y seguí... Calentamiento suave, luego intenté buscar ritmos maratón, pero de eso nada, cada vez me costaba más y corría menos... Seguí pero ya a ritmo Easy, y acabé haciendo 14 km a 5:29, parando varias veces, pensando por qué soy tan animal...
Y después de mi aventura rotuliana, mis dos semanas de taper. 4 rodajes de 10 km, metiendo algún tramo a ritmos más vivos, series de dos mil, incluso 6 km a ritmo maratón una semana después de la hostia, que salieron a 4:34, y otros rodaje con tramos intensos anteayer, viendo que por suerte la rodilla ya no se acuerda del susto.
Y ahora, a hacer la maleta, seguramente mañana me animaré a rodar unos pocos kilómetros, para subir al avión relajado, y mañana mismo por la noche aterrizo en Chicago.
¿Objetivos? El conservador, asegurar una marca de al menos 3:22 para poder correr en Boston en 2016, después de quedarme con la miel en los labios en el pasado sorteo, que me dejó fuera por 40 segundos... Por suerte, en 2016 estaré en la categoría de venerables ancianos de 45 a 50 años, así que la marca será menos exigente.
Y el objetivo menos conservador... Pues mejorar mi marca de Sevilla, hay razones para soñar. Para Sevilla entrené en invierno, época en la que corro mejor. Y para Chicago lo he hecho en verano, época más dura. Aún así, esta Peak Week ha salido mucho mejor esta vez... En Sevilla llegó a salir el sol y al final sufrí un poco. Para Chicago, el pronóstico es de entre 8 y 13 grados, nublado y quizá alguna llovizna... Así que, por qué no pensar que puedo hacerlo. Además, llego más ligero de peso, y eso se debe notar. ¿Pronóstico? Venga, me mojo, buscaré un 3:12... :)
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