Después de mi semana fuera, y habiendo vuelto ya a la rutina, no pude esperar un día más para volver a hacer la ruta del Espíritu Santo, pensando en hacer unas buenas cuestas de cara a la Cursa de Premiá del sábado, y sobre todo pensando en volver al lugar en el que los zombis contactaron conmigo por primera vez. Después de cumplir su misión, tenía curiosidad en saber cómo me los encontraría ahí arriba...
Salí de casa puntual, me noté bien de fuerzas, y emprendí la marcha por el río hacia la salida del Espíritu Santo, a un ritmo no especialmente rápido, y tampoco especialmente lento. 2,28 kilómetros a 5:04, una primera subida a 5:39, y luego la seis vueltas de rigor, con subidas a una media de 5:45 y bajando a unos 5:10, recuperando bien las pulsaciones. Cuando coroné la última vuelta, intenté aumentar el ritmo y bajar más suelto, hice el primer tramo a 4:49, el siguiente también en bajada a 4:46, y el último, con viento en contra y terreno llano, a unos dignos 4:40 después de la paliza de las cuestas... Buenas sensaciones, ritmo bastante constante, cambios de ritmo al final de cada subida, y contento con la recuperación de pulsaciones.
Pero más contento me dejó lo que vi al subir la cuesta por primera vez... Llegué al viejo hospital... Donde encontré hace unas semanas a los empleados de limpieza que me inquietaron... Donde unos días después volví a coincidir con sólo uno de ellos... Y me preocupé por el otro...
Pero esta vez estaban los dos. Me dio una gran alegría ver que no habían sido pasto de los zombis, que es lo que pensé en un primer momento, cuando aún no sabía que esos zombis son buenos. Es más, el que no estaba el segundo día, esta vez sí que me miró, y en sus ojos vi claramente algo... Él también había combatido con los zombis. Por eso estaba ahí. Yo lo noté en su mirada y estoy seguro que el también lo notó en la mía. Él supo que yo ya era otra persona, alguien que había combatido por primera vez con los zombis y había salido airoso de su misión.
Llegó a articular incluso una pequeña sonrisa. Estoy seguro de que se dio cuenta de que la resistencia anti zombi tendría continuidad, al señor ya se le veía mayor para misiones de anulación de asentamientos zombis, y la certeza de que alguien había retomado el testigo se reflejaba en la alegría y el brillo de sus ojos.
Seguramente los zombis del Espíritu Santo, después de haber comprobada que he podido cumplir su misión, aliviarán al empleado de limpieza de la dura responsabilidad que supone la resistencia anti zombi, y podrá finalmente de una jubilación mereceida. Ahora comprendo que me han elegido a mí para continuar su misión. No sé cuántos asentamientos zombis hay, no sé cuáles de ellos son rebeldes o cuáles quieren colaborar con nosotros. Sólo sé que ellos pueden comunicarse conmigo, y que debo estar atento a sus señales... Y no fallarles...
Buenos entrenos socio,mañana mas y mejor siempre y cuando los zombis te dejen..jejeje. Un saludo.
ResponderEliminarUna cosa sabemos seguros, los zombis no podrán contigo!
ResponderEliminarMuy buen entreno Isidro, buenos ritmos.