Moralmente recuperado de Delta Prat

Después de una carrera como la del sábado por la tarde en Delta Prat, que salió bastante peor de lo que me hubiera gustado, no hubo mejor manera de recuperarme anímica y físicamente que continuando el programa de actos y festejos del cuadragésimo aniversario de mi advenimiento, esta vez en forma de comida con mi socio, señoras e hijos, en un restaurante de Santa Coloma que se caracteriza por las desorbitadas raciones de pasta, el peleón Lambrusco Rosso bien frío y los postres de exquisita textura y espectacular aporte calórico.

Bien cierto es que desde siempre me ha gustado mucho comer. Afortunadamente nunca le he hecho ascos al deporte, sino más bien todo lo contrario, y eso ha servido para compatibilizar mis ganas de comer con el hecho de poder seguir pasando por las puertas de casa cómodamente. Cuando dejé de jugar a fútbol comencé a correr muy esporádicamente, y la comida, ingerida en dosis especialmente suculentas sobre todo cuando cocinaba mi esposa, empezaba a dar muestras de querer afectar mi silueta y mi capacidad de movimiento.

Empecé a correr un poco más y tomar duras determinaciones como cenar cada día una ensalada y un yogur Bio Cereales, lo cual estabilizó ligeramente mi aumento de volumen, y como consecuencia colateral, hizo que el punto 8 dejara de ser un problema para mí.

¿Y a qué viene todo esto? Pues a que me he dado cuenta de que ahora que corro con más frecuencia, últimamente tengo un hambre que me muero, sobre todo después de una carrera. El sábado ni se me pasó por la cabeza cenar una ensalada, sino que me comí un donut de chocolate y un plátano del pack de regalos de la carrera, y en casa, tres huevos con jamón y queso, acompañados de tortillas de harina. El domingo también me levanté mordiendo, desayuné dignamente, y al mediodía, me comí medio carpaccio gigante, un plato de pasta para dos personas, parte de la pizza del hijo de mi socio, un postre de infarto, y en casa unas pastitas con el café...

Mi duda es... ¿Es esto normal? ¿Le pasa a todo el mundo? :) Entiendo que las calorías que dice el Forerunner que se consumen deben ser recuperadas, ¿pero tanto?

Después del atracón dominical, hoy me levanté con mala conciencia y ni me pensé dos veces salir a correr. Todavía estaba cansado, lo cierto es que volví molido de El Prat, me pesaban las piernas y tenía agujetas, lo nunca visto después de una 10K. Pero el despertador sonó puntual, y ahí estaba yo, comiendo mi barrita de choco-banana y preparándome para un paseo de ida y vuelta a Montcada, casi 9 kilómetros, empecé despacio, me sentía pesado de piernas y de lo que comí ayer, no quise forzar ni mucho menos, pero fui aumentando el ritmo a cada kilómetro, haciéndolos en 5:37, 5:20, 5:06, 5:00, 4:58, 4:48, 4:36, 4:30 y 4:30. Acabé bien, no estaba cansado, y si el punto 8 no hubiera estado amenazando me habría animado a hacer un par de kilómetros más, pero la llamada de la selva era implacable y después de llegar al primer semáforo peligroso volví a casita andando, bajando los 160 bpm a los que acabé hasta los 110 en un par de minutos.

Buenas sensaciones, mis piernas necesitaban unos kilómetros tranquilos, a ritmo suave, y acabé con ganas de más. No tengo carreras a la vista hasta seguramente finales de junio, espero repetir en Premiá, una carrera muy bonita, por la costa, con un final muy duro, después del cahaparrón de kilómetros y sol, unas rampas asesinas que acaban con la moral de cualquiera. Este año la hacen por la tarde, el 26 de junio a las 19:30. Como somos así de raros, que disfrutamos sufriendo, ahí estaré... ¿Alguien se anima? Estoy pensando en correr en llano estos días, intentar hacer tiras de calidad, buscando un buen ritmo, y darme una buena sesión de cuestas una semana antes de la carrera... ¿Os parece buena idea a los más expertos? ¿Qué me recomendáis? ¡Gracias por anticipado!