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martes, 30 de marzo de 2010

Recuperándome del susto y series nocturnas

Tras mi entrenamiento más sufrido, he vuelto a la normalidad poco a poco...

Salí el día después del incidente, todavía con miedo en el cuerpo, y esta vez, saliendo en alerta naranja, todo fue bien. Me lo tomé con calma, sobre todo por el reciente recuerdo del día anterior, y completé mis 10 Km a una discreta media de 4:51 min/km.

Me tomé un día de descanso y el viernes, ya recuperado definitivamente del susto, salí con la intención de volver a probarme. Se avecina una 10K, la de los Bomberos, y después de tantas medias maratones no sé cómo me encontraré en una carrera más corta. La carrera es el 18 de abril, quedan más de dos semanas, así que voy a hacer salidas de 10 Km y series, a ver si consigo bajar los 42:13.

Salí en ayunas dispuesto a ver si arañaba algún segundo a mi marca "en ayunas". Tenía los 4:40 en mente, y sin apretar demasiado, acabé los 10 Km a 4:39 min/km.

El sábado quería hacer series a media mañana, para compararlas con las que hice en ayunas la semana pasada. Pero con la intención no es suficiente, si no selecciono la opción de series en el RunKeeper, el programa no es capaz de leerme el pensamiento... :( Me di cuenta cuando ya llevaba un kilómetro, que me tomé con especial calma, pensando en las series que venían. Acabé ese primer kilómetro a 5:25 min/km, y pensé que de perdidos al río, había que apretar un poco y recuperar ese tiempo perdido. Me di caña y acabé mis habituales 10Km, esta vez a media mañana, a 4:32 min/km. Creo que tengo bastante margen para mejorarlos, seguiré probando...

No podía acabar la semana sin hacer las series. Las tenía programadas para la tarde del domingo, pero al final las acabé haciendo mientras anochecía. Curioso, ya no recuerdo cuántas veces he visto amanecer corriendo, y ésta era la primera vez que recibía el ocaso acumulando kilómetros... El RunKeeper sigue mostrando mal las series en el mapa, así que me las copio aquí:

Calentamiento - 5 min - 5:36 min/km
750 metros - 3:46 min/km + 1:30 min de descanso - 7:59 min/km
750 metros - 3:47 min/km + 1:30 min de descanso - 8:26 min/km
750 metros - 3:55 min/km + 1:30 min de descanso - 9:38 min/km
750 metros - 3:55 min/km + 1:30 min de descanso - 8:57 min/km
750 metros - 4:06 min/km + 1:30 min de descanso - 8:43 min/km
750 metros - 4:08 min/km + 1:30 min de descanso - 10:15 min/km
750 metros - 4:20 min/km + 1:30 min de descanso - 11:47 min/km
750 metros - 3:58 min/km + 1:30 min de descanso - 11:40 min/km
Enfriamiento - 5 min - 6:56 min/km

Creo que me columpié inconscientemente en la penúltima. Eso no puede volver a pasar. Veo que recupero mejor respecto a las últimas, y que las cuatro primeras las he podido hacer bien a menos de 4:00 min/km. Incluso que la ilusión de estar a punto de acabar me da alas en la última... :)

Me toca descansar un par de días por otro viaje de trabajo, no me atrevo a correr donde estoy... Pero volveré, es una amenaza.

miércoles, 24 de marzo de 2010

Mi entrenamiento más sufrido...

Siempre recordaré Sitges como la carrera en la que más sufrí...

El sufrimiento en los entrenamientos se puede regular sin la presión de intentar batir tu marca o dar lo mejor de ti mismo ante el cronómetro. Es más, se debe regular si uno quiere vivir para contarlo.

Pero a veces un entrenamiento puede convertirse en un infierno...

Esta mañana aún tenía algo de agujetas de la media maratón. Suelo esperar dos o tres días antes de volver a entrenar, y esta vez lo dejé en dos. Tenía ganas de probar mis nuevas Adidas, así que el despertador sonó a las 5:50 y me emplacé a una carrera tranquila para recuperar el tono muscular.

Al levantarme, noté que el nivel de riesgo de Punto 8 estaba situado en la alerta amarilla. Es el tercero en una escala de 5. Nada por lo que preocuparse, la alerta amarilla de Punto 8 simplemente indica que algo se está gestando pero su salida se producirá previsiblemente en un par de horas.

Normalmente las carreras las corro en un estado de alerta azul. Éste indica que se han producido uno o más Punto 8 en las tres últimas horas, y han sido altamente satisfactorios, siendo prácticamente imposible que pueda producirse un nuevo Punto 8 durante la carrera.

El nivel de alerta verde se da cuando el último punto 8 se ha producido en las 24 horas anteriores y no hay signos evidentes de que un nuevo Punto 8 esté ya preparado. Es el que habitualmente se produce cuando salgo a entrenar a media mañana o por la tarde.

El nivel amarillo, el de esta mañana, ya he comentado que no es preocupante. Se puede salir a correr sin problemas.

El nivel naranja indica que el Punto 8 está preparado y podría producirse en las próximas dos horas. El riesgo de salir a correr en ese caso es importante. No se recomienda salir de casa en ese estado, lo prudente es esperar a que se produzca el Punto 8 o intentar utilizar algún catalizador, como el café, una galleta con chocolate o un buen trago de Aquarius.

Y por último, el nivel rojo indica que el Punto 8 es inminente, prácticamente ya está haciendo la tortuga. Bajo ningún concepto se puede salir a correr en ese estado, bajo riesgo de no poder controlar la salida...

Con estas indicaciones, podré explicar mejor la sucesión de hechos que acontecieron el día de autos...

Dado que el nivel de alerta era amarillo, opté por no beber nada antes de salir, por precaución. Comí unos dátiles, ya que salir con algo en el estómago me estaba dando buenas resultados últimamente.

Bajé a la calle, el clima ya empieza a ser muy agradable. Llevaba mi chaquetilla Nike y pantalón largo, también los guantes, pero no usé el buf. Estiré un poco, y algunos de los estiramientos, especialmente los de la parte anterior del muslo, produjeron algún leve movimiento interno que facilitó la despresuración parcial del intestino grueso... Nada fuera de lo habitual, aunque el silencio reinante a esas horas de la mañana hace que esta acción tan natural resulte poco discreta.

Empecé a correr a un ritmo muy tranquilo, más de 6 min/km, para no forzar mis doloridas piernas. Apuré un poco más el segundo kilómetro, y empecé a notar que algo estaba pasando...

A partir del kilómetro 3 la alerta de Punto 8 había pasado ya a nivel naranja. No es especialmente preocupante, se puede aguantar el nivel naranja dos o más horas según las circunstancias. Había empezado a aumentar un poco el ritmo, y durante un kilómetro la situación estaba estabilizada.

Pero al llegar al kilometro 4 todo empezó a suceder muy rápido. La alerta de Punto 8 pasó casi instantáneamente a nivel rojo. Estaba a 4 kilómetros de casa. La primera decisión fue dar media vuelta inmediatamente. El nivel rojo exige una concentración máxima para evitar un accidente fatal. Bajé mi ritmo y empecé a correr a más de 5:30 min/km, para evitar vibraciones innecesarias y amortiguar al máximo cualquier movimiento en mi interior... La bajada de ritmo supuso que momentáneamente la alerta bajara a nivel naranja, pero fue apenas durante unos minutos.

Volvió a nivel rojo de inmediato. Podía ocurrir algo fatal en cualquier momento. No dejé de correr, pero bajé la amplitud de la zancada. El dilema era terrible... Corro más para llegar antes, o corro menos para disminuir el riesgo de fuga...

Empecé a mirar a ambos lados buscando un buen refugio en caso de que la situación no pudiera controlarse. Los kilómetros se hacían interminables... El RunKeeper no decía nada... El puente del Molinet parecía un refugio seguro. Ya estaba a punto de hacer la tortuga y las despresurizaciones eran constantes. Empecé a notar un sudor frío. Y el tiempo seguía pasando muy lentamente...

Pasé el puente del Molinet pensando que el puente del Potosí no estaba tan lejos. Los sudores no cesaban. La despresurización cada vez era más complicada, en cualquier momento podía venir acompañada de algo más que metano...

Pasé el puente del Potosí aflojándome la goma del pantalón sujetándola con la mano. La presión interior, sumada a la exterior, se hacía insoportable. Fue un pequeño alivio aflojar la externa, pero la interna ya sobrepasada el límite tolerable. El escape fatal podía ser inminente. Los sudores fríos cubrían mi cara por completo. El esfuerzo de contención ya estaba limitado a un único músculo...

Llegué casi mareado a la salida del río. La rampa es muy pronunciada, y pensé que si la subía corriendo sería el fin... Paré y subí andando, aprovechando cada paso para fijar cualquier vía de escape. El semáforo fue benévolo y no me hizo esperar. Estaba a escasos 500 metros de casa y había resistido la presión. No podía resistirla 1 Km más. Aceleré el paso, sin llegar a correr y llegué al portal de casa casi descompuesto. Subí las escaleras cuando el nivel rojo ya parpadeaba y se empezaban a escuchar las alarmas para la población...

Abrí la puerta cuando la tortuga ya sacaba la cabeza... Mi familia me vio pasar fugazmente en dirección al único lugar de la casa en el que podía pensar... Y pude respirar tranquilo... Aunque el aire se tornó irrespirable... Sobreviví...

domingo, 21 de marzo de 2010

¡Bajando tiempos!

Hoy he acabado la Mitja de Calella muy satisfecho. Dejaré constancia de mi último entrenamiento del viernes antes de los 21,097 Km de hoy, para recordarme lo fácil que me es picarme conmigo mismo... :)

El martes comprobé con satisfacción que por la mañana hice mis 10 Km a una media de 4:41, bastante mejor que mi mejor media en ayunas. Después de descansar dos días por necesidades del guión, y pensando que el domingo tenía otra media maratón, salí bien pronto el viernes dispuesto a correr a un ritmo medio. Pero me vi fuerte desde el principio, y claro, una ocasión de bajar mi marca en ayunas es algo que no se puede desaprovechar, así que seguí mi instinto y apreté el ritmo. Acabé a una media de 4:40, que creo que en realidad fue algo más rápida. Normalmente el GPS del iPhone pierde precisión en los giros, y según cómo me pille el giro de 180º para bajar al río o rodear el puente, puedo perder 100 metros de ruta. Cuando pasa eso suelo ajustar manualmente la ruta, pero los desarrolladores del programa han hecho una "mejora" que permite editar la ruta con más precisión pero perdiendo los datos de la velocidad, así que prefiero dejarlo como está.

Así que el viernes volví a ponerme a prueba, corrí con muchas ganas y acabé con agujetas, pero bastante optimista viendo que había arañado unos segundos al cronómetro.

Con el ritmo de entrenamientos que estoy llevando pensé que tenía que cuidar mis pies y regalarme unas zapatillas nuevas. Así que el sábado me fui a la tienda de Runners World, y la verdad, salí muy contento de ver que aún hay sitios donde te tratan bien y entienden de lo que tienen entre manos, aunque se trate de pies...

Nada más entrar el muchacho me preguntó mi nombre y se dirigió a mí usándolo, todo un detalle por su parte y una buena manera de inspirar confianza. Me midió el número de pie, un 43, y me saco un par de Mizunos para ver mi pisada. Con una cámara conectada a un ordenador, me hizo correr en la tienda y capturó un vídeo de mi paso. Lo estuvo analizando y me explicó que mi pisada es neutra, lo cuál me sorprendió... Veo que una cosa es cómo apoya el pie, y otra cómo se anda... Sirva de ejemplo esta terrible foto que he encontrado de la carrera de hoy. La posición de mis pies puede definirse de cualquier manera excepto de "normal".



Creo que lo extraño de mi pose es que estaba ya en la recta de llegada y corriendo al sprint. Cuando las fuerzas ya casi se han agotado, uno se impulsa hasta con la cabeza. Si a eso añadimos la laxitud de mis tobillos y el giro de éstos hacia el interior, se entiende el porqué de la grotesca imagen resultante.

Una vez analizada la pisada, me preguntó cuánto corro y me recomendó tres zapatillas distintas adecuadas a mi manera de apoyar el pie. Me quedé con unas Adidas Supernova Glide 2M para el entrenamiento diario, con bastante amortiguación para cuidar las articulaciones, y para las carreras me dejé aconsejar unas New Balance 904, algo más ligeras. Me dijo que no había ningún problema en estrenarlas en la media maratón, cosa que hice y que me fue muy bien.

Desde que entré en la tienda me di cuenta de que el muchacho que atiende a los buscadores de zapatillas también corre, y mientras acababa de atenderme me preguntó si la media maratón en la que las iba a estrenar era la de Calella, que él también iba a correr. Me compré un sobrecito de gel de carbohidratos y me llevé unos calcetines de regalo. Bastante mejor que en la tienda Nike de La Maquinista, donde los comentarios de los dependientes no eran mucho más elaborados que "son chulas, ¿verdad?".

Todo estaba listo para la Media de Calella. El ritual del día de la carrera fue el habitual. Despertador a las 5:45 y plato de pasta con zumo de naranja, café y dos galletas Príncipe con chocolate. Con esa combinación es imposible no hacer un punto 8 en casa... Preparé todos mis gadgets, iPhone, brazalete, Polar, reloj, funda para el billete de tren, Aquarius de litro y medio, vaselina, imperdibles y auriculares... Salí de casa bien de tiempo rumbo a Calella, pero en el metro me llevé mi primera sorpresa, justo cuando llegaba acababa de pasar uno, y el siguiente tenía previsto el paso 11 minutos después. Iba bien de tiempo, pero acabé corriendo por la estación de Cercanías. Pude coger el tren en Clot por medio minuto de margen, y en Masnou me reuní con Manu rumbo a Calella.

El trayecto es de una hora, y el segundo punto 8 no se hizo esperar. Antes de llegar a Sant Pol decidí que no podía esperar más tiempo la llamada de la selva, y comprobé con mucho agrado que los lavabos de los trenes de Cercanías han mejorado mucho. Salí del tren grácil y ligero, fuimos a dejar las bolsas en el guardarropa y empezamos a calentar.

Me sentía bastante bien, quizá me notaba algo cargadas las piernas al empezar a calentar, por los dos esfuerzos de martes y viernes, pero a los pocos minutos ya me sentía como una rosa. Calentamiento y estiramientos, visita al baño por última vez, y todo listo para intentar arañar unos segundos a mi marca de Gavá. ¡A conquistar Calella!

La salida transcurrió por calles estrechas en el pueblo, no se podía correr cómodo, pero como salimos bastante adelante el ritmo de los cobardes que nos arropaban los primeros metros era bueno. Los 4 primeros kilómetros "urbanos" me los tomé con calma, bueno, mis latidos estaban a 165 lpm en el kilómetro 3, y a partir del 4 me vi fuerte y apreté un poco el acelerador. No cogí agua en el kilómetro 5, el día estaba fresco y húmedo y me sentía bien. En el kilómetro 6 ya estaba corriendo a una media de menos de 4:30, arañando segundos cada parcial. En el kilómetro 9 ajusticié la bolsita de gel y sí que bebí agua en el Km 10,5. A esas alturas de carrera estaba marcando una media de 4:25, bastante mejor que la de Gavá, que en ese tramo andaba por los 4:32.

Aguanté ese ritmo hasta el Km 18, superando ampliamente los 175 lpm, y aún sacando todas mis fuerzas, los últimos 3 kilómetros no pude hacerlos a menos de 4:36, llegando a ponerme a 178 lpm. Analizaré bien los tiempos de Gavá y Calella, creo que quizá fui demasiado fuerte la primera mitad de esta carrera, pero haber bajado casi un minuto es buena señal, acabé en 1:33:55, haciendo incluso los últimos metros al sprint.

No creo que sea factible bajar un minuto por carrera, pero creo que aún tengo margen para ajustar mis marcas en las próximas carreras. En los primeros kilómetros no pude mantener un ritmo constante por la aglomeración, pero en estas carreras es algo inevitable. También creo que el "chute" de carbohidratos lo debía haber hecho más tarde y justo antes de que me den el agua, estuve más de un kilómetro con el sabor y la textura del gel en la boca, sin beber, y no iba cómodo. ¡No son excusas! Sino cuestiones a mejorar...

Ahora toca descansar al menos un par de días. La próxima carrera es una 10K, desde enero no corro una, a ver qué tal después de tantas medias maratones. Los 42:12 de Sagrera son mi objetivo inmediato, a ver si consigo acercarme a la marca psicológica de los 40:00.

jueves, 18 de marzo de 2010

Preparando la Media del Maresme

Después de mi periplo americano, tengo una semana para recuperar el jet lag, empezar nuevas historias en el trabajo y acabar de prepararme para una nueva media maratón. Entrené bastante antes de la anterior, la de Gavá, y desde entonces he podido seguir un ritmo bastante regular, así que mi primera intención es intentar mejorar un poco la marca de Gavá, que espero no haya sido flor de un día...

Esta semana de transición, entre el viaje y la media maratón, he podido salir dos veces a correr y mañana tengo intenciones muy serias de hacer lo mismo. Llegué el viernes por la tarde, y después de dormir prácticamente 12 horas seguidas y pasar un sábado relajado, incluida la actualización del blog, el domingo por la mañana tenía cita con mis series.

Esta vez salí en ayunas, para poder tener el resto del día con la familia. Era la primera vez que salía en ayunas a hacer series y no tenía claro si era una buena idea o no... Como aún tenía provisiones de chocolatinas y barritas de cereal, me metí en el cuerpo un Toblerone y una barrita. A las 7:00 ya estaba en la calle. Tenía curiosidad en saber qué tiempos hacía en cada serie, y gracias a la última actualización de RunKeeper por fin iba a ser posible. El programa ahora te dice el tiempo que te queda en cada intervalo y la velocidad a la que lo has hecho, aunque sólo en el iPhone, esos datos aún no se pasan a la web. Ya he mandado una amistosa sugerencia al programador para que lo implemente... ;) Mientras lo hacen, puedo consultar los tiempos en el iPhone y copiarlos aquí para futura referencia, así que ahí van:

Calentamiento - 5 min - 5:54 min/km
750 metros - 3:43 min/km + 1:30 min de descanso - 13:15 min/km
750 metros - 3:58 min/km + 1:30 min de descanso - 11:15 min/km
750 metros - 3:53 min/km + 1:30 min de descanso - 9:56 min/km
750 metros - 4:01 min/km + 1:30 min de descanso - 8:52 min/km
750 metros - 4:22 min/km + 1:30 min de descanso - 12:39 min/km
750 metros - 4:25 min/km + 1:30 min de descanso - 12:46 min/km
750 metros - 4:34 min/km + 1:30 min de descanso - 12:38 min/km
750 metros - 4:25 min/km + 1:30 min de descanso - 12:22 min/km
Enfriamiento - 5 min - 6:53 min/km

Quiero compararlas con otras series a media mañana, convenientemente desayunado y despierto... :) Veo que voy de más a menos, que no es lo ideal para las carreras, pero creo que es lo normal en las series, si hay que ir al máximo, es normal que cada vez cueste más, aunque creo que en la penúltima me relajé más de la cuenta.

Llegué cansado, por supuesto, pero el Polar no pasó de 167 lpm, así que creo que en condiciones en las que pueda llegar a mi máximo esfuerzo esos tiempos han de mejorar.

Al día siguiente madrugué para correr antes de ir a trabajar y me vi con fuerzas nada más empezar, así que probé a forzar el ritmo un poco más de lo habitual. Completé mi ruta de 10 Km a una media de 4:41 min/km, que creo que es de lejos la mejor que he hecho en ayunas hasta ahora, aguantando muy bien pese al brutal viento en contra durante la segunda mitad de la ruta. Eso sí, tuve agujetas todo el día, lo cual me ratifica que sí que forcé un poco la máquina.

Previsiblemente tenía un viaje de ida y vuelta a Madrid el jueves, con madrugón incluido, así que mi intención era descansar el martes y correr el miércoles, pensando en el descanso forzado del jueves, también por eso quise apretar un poco el ritmo del entrenamiento del lunes. Pero cambiaron los planes y al final me tuve que ir el miércoles, y el jueves mi esposa tenía que salir pronto por la mañana y también me quedé sin correr... Teniendo la media maratón el domingo, finalmente correré el viernes y descansaré el sábado. No sé cuál sería la rutina más adecuada después de tres días sin correr y con un día de descanso antes de la carrera. Creo que haré una ruta tranquila de 10 Km para llegar bien descansado al domingo y ahí darlo todo y ver si consigo recortar un par de minutos a mi marca. ¡Hay que ser optimistas!

sábado, 13 de marzo de 2010

Un cobarde cruza el Golden Gate

Si la foto de Crooked Street es clásica en las postales de San Francisco, no lo es menos la del Golden Gate. Creo que si preguntamos a cualquiera cuál es el puente más famoso del mundo, la gran mayoría dirá que es éste.

El puente lo he visitado varias veces, aunque nunca he llegado a pasar al otro lado. El puente mide más de 2,5 kilómetros, así que cruzarlo y volver supone algo más de 5. Calculo que yendo por la ruta que hago por la costa, el puente está más o menos a 13 Km de mi hotel... Así que... ¿Por qué no intentarlo?

Todavía no estoy tan loco como para ir al puente, cruzarlo y volver corriendo, sobre todo si luego he de pasarme más de 12 horas sentado en un avión. Pero sí lo suficientemente loco como para coger un taxi, pedir que me lleve al Golden Gate, y una vez ahí cruzar al otro lado, volver y llegar corriendo al hotel por toda la costa.

Calculé que quizá sería más distancia, pero al final la ruta fue de unos 18,36 Km. ¡Una buena despedida de San Francisco!

Me comí dos barritas de cereales a las 6 de la mañana y bajé a la calle a pedir un taxi. El taxista me miró con extrañez, normal, no creo que sea habitual encontrarse a un tipo saliendo de un hotel con ropa de running y que te pida que le lleves al Golden Gate. Estuvimos hablando por el camino y resulta que el hombre es originario de India, y fue deportista profesional, en concreto corría los 400 metros vallas. Me estuvo contando que de eso no se vive, y que vino a Estados Unidos a trabajar para poder enviar dinero a su familia... Estuvimos hablando de lo beneficioso que es el deporte para la salud, y le conté mis intenciones de hacer cruzar el puente y hacer un trayecto de casi 20 minutos en taxi corriendo.

Llegué al puente, estiré un poco, y comencé mi ruta. Nada más salir me encontré a otro cobarde cruzando el puente, veo que mi idea no es muy original, y cuando le adelanté casi me atropelló un ciclista que gritaba "on your left!" mientras me pasaba. A partir de ese momento, tuve mucho más cuidado adelantando...

Una cosa que me sorprende de Estados Unidos es la cantidad de coches que hay y la poca contaminación que se nota. Quizá sea el hecho de que las ciudades se construyen a lo ancho y no a lo alto, y obviamente, en un puente, en medio de la bahía y con un viento tremendo, es normal que 6 carriles infestados de coches no supongan un problema para respirar aire puro. Si a eso le unimos que en vez de los asquerosos autobuses de Barcelona y Madrid ellos tienen tranvías o autobuses eléctricos, es normal que en San Francisco sea un placer respirar mientras se corre.

Crucé el puente a un ritmo poco más rápido que los 5 Km/min, dosificando porque luego venían unos cuántos kilómetros más... Al salir del puente apreté un poco el paso, mientras disfrutaba de la ruta. Mini playas, parques inmensos, caminos rodeados de arboleda, grupos de gente haciendo ejercicio y muchos, muchísimos cobardes corriendo. No tenía muy clara la ruta, la verdad es que Google Maps está pensado para coches y no para cobardes, pero pude hacer todo el camino bien, sólo dudé en un par de cruces pero reaccioné a tiempo y no llegué a perderme. Ver tanta gente me animó a aumentar el ritmo, y vi como iban cayendo los segundos y mejorando los parciales. Era la primera vez que hacía tanta distancia en ayunas, pero me sentí bien y empecé a correr un poco más, no es que me pique, pero al final no permití que me adelantara nadie... :)

Acabé a buen ritmo, pillé bien casi todos los semáforos de 4th St. menos uno, y llegué al hotel satisfecho por no haberme perdido y por haber aguantado bien casi media maratón recién levantado, después de tres días de rompepiernas y uno de descanso.

Como me gustó tanto la ruta, os dejo un vídeo, gentileza de MapMyRun y Google.



No sufrí nada durante el viaje de vuelta, es más, no he tenido agujetas, sólo el dolor de espalda habitual de un vuelo intercontinental... El jet lag de oeste a este, que siempre es más duro, creo que lo tengo superado, después de dormir ayer doce horas seguidas, no recuerdo cuándo fue la última vez que dormí tanto. Así que, para rematar la faena, mañana saldré a ver si mí río Besós sigue donde lo dejé.

Un cobarde en San Francisco

Un cobarde es cobarde en casa y cobarde fuera de casa. Un viaje no es excusa para no correr, sino todo lo contrario, es una oportunidad excelente de probar otras orografías, otras rutinas y otros climas.

San Francisco es una ciudad que ya he visitado varias veces, algunas por trabajo, la mayoría, e incluso he estado de vacaciones en ella unos días. Fue precisamente en San Francisco donde estrené mi RunKeeper, y es en San Francisco donde puedo desayunar una buena sopa miso y pescado a discreción después de la carrera, acompañado por una buen plato de fruta y un café con un par de pastas.

El sábado 6 de marzo salí de Barcelona destino San Francisco, con escala en Múnich. Me llevé un buen susto porque mi compañero de viaje, que venía desde Madrid, me llamó diciéndome que habían cancelado su vuelo desde Madrid por la nevada que estaba cayendo en Múnich. ¡Y bien que estaba nevando!



Afortunadamente todo fue una falsa alarma, nevaba de lo lindo, pero sólo se canceló su vuelo, el mío llegó bien aunque con retraso, y al llegar a Múnich me estaban esperando con un cartelito, qué ilusión. Pude llegar bien al vuelo intercontinental, que salió con más de una hora de retraso y llegó a San Francisco sólo media hora después de lo previsto, al mismo tiempo que el vuelo alternativo que le dieron a mi compañero, así que llegué al hotel a una hora excelente para darme una ducha e irme a dormir y no sufrir demasiado las consecuencias del jet lag.

Tengo comprobado que salir a correr es una buena medicina para acostumbrar a tu cuerpo al cambio horario. Cuanto más se parezca tu día en tu nuevo huso horario a tu día habitual, más rápido te adaptas.

Después de despertarme varias veces durante la noche, algo normal en mí cuando viajo de este a oeste, el domingo a las 6 de la mañana ya estaba en pie listo para subir cuestas. La generosidad de Lufthansa y su barra libre de chocolates Toblerone me permitió tener algo que comer antes de salir. Me zampé una barrita de Toblerone y otra de cereales que había traído de casa y salí a hacer mi ruta habitual en San Francisco. La ruta básica consiste en empezar subiendo por Taylor Street, una de las cuestas más duras que he visto en mi vida. En apenas un kilómetro hay una subida de 30 metros, que se traduce en un desnivel del 30%. Si los semáforos me permiten hacerla de un tirón, llego a la primera bajada casi muerto. Si algún semáforo no colabora, me voy por una calle perpendicular y recupero algo de aire, pero es más divertida la primera opción. Esta vez sí que la hice entera, hasta llegar a la bajada en el cruce con California Street. Desde ahí me dejé llevar recuperando al aire, hasta que llegué a la rampa asesina que empieza en el cruce con Broadway. Como me veía con fuerzas, intenté improvisar una prueba de esfuerzo máximo, y subí la cuesta al sprint. El Polar me llegó a marcar 177 lpm, no sé si la prueba es correcta, pero lo que sí sé es que nunca había llegado a ver esa cifra de latidos por minuto.

Una vez superada esa cuesta, la ruta normal baja en línea directa hasta donde empieza The Embarcadero, a la altura de Fisherman's Wharf. Ahí giro y recorro todo The Embarcadero, paso por mi querido Pier 39 y todos los demás Piers hasta el canal que hay después del estadio AT&T. Luego giro en 4th St. y ya voy directo hasta O'Farrell, donde tengo el hotel.

Es una ruta de casi 10 Km, con una subida estratosférica al principio, una bajada constante para recuperarse y un buen paseo de prácticamente 5 Km por la costa, sin un solo semáforo. Al final acaba con una ligera subida y algo de incertidumbre con los semáforos, a la hora a la que llego ya hay más tráfico y además esa zona suele tener más circulación que el trozo de las subidas asesinas. Esta vez me salió perfecto, pasé todos los semáforos de un tirón, con algún sprint algo forzado, pero no tuve que pausar el RunKeeper.

Al día siguiente se me antojó bajar por la famosa Crooked Street de San Francisco. Si no os suena por el nombre, os sonará por la foto...



Varié un poco la ruta y salí hacia el oeste para llegar hasta Hyde St., y a los pocos minutos de salir, recibí mi primera llamada en el iPhone corriendo. Yo iba subiendo por Jones St., medio asfixiado, y de repente empecé a escuchar mi ringtone por encima de la canción que sonaba de mi playlist. Nunca me había pasado eso, así que tardé unos segundos en reaccionar hasta que vi que me llamaba mi esposa, contándome que estaba cayendo una nevada tremenda en Barcelona. Descubrí que se puede hablar por teléfono con el iPhone en el brazo, escuchaba con los auriculares y hablaba por el micrófono, girando la cabeza. La única dificultad para hablar cómodamente era la rampa del 30% por la que estaba subiendo...

Después de las noticias frescas, seguí haciendo zig-zag hasta llegar a Hyde, y subí por el camino del Cable Car hasta llegar a la calle de las postales. No recordaba que hay unas escaleras a los lados de la calle, y me pareció leer que no se podía pasar andando por la zona de las curvas. Pero como iba corriendo y no había nadie, pues... Pasé... Creo que ha sido la única vez en mi vida que he cometido una infracción tan grave. Pero no pude evitarlo... :)

El resto de la ruta fue el habitual, aunque esta vez en 4th St. tuve que detenerme en varios semáforos y me olvidé de pausar el RunKeeper en uno. Al ir por Hyde St. hay bastante más desnivel, y la velocidad media se resintió por eso y por mi torpeza con el botón de la pausa y los semáforos. Pero acabé bastante entero.

Para el último día tenía decidido un reto personal, y mi idea era descansar el miércoles, antes de intentar la cafrada. Así que pensé que la ruta del martes podía ser un poco más dura...

Pensando en el descanso del miércoles, salí decidido a hacer la ruta del Cable Car. En vez de irme hacia el oeste, salí hacia el este en dirección a Powell St., y comencé a subir por donde sube el Cable Car. Giré en Washington St., donde hay una subida brutal, creo que es la peor de todas, por pendiente y por longitud. La de Broadway tiene un desnivel tremendo, pero ésta es mucho más larga. Casi sin aire, ataqué las últimas rampas de Hyde St., sin dejar de ver la vía del Cable Car en ningún momento, y sufriendo para no dejar de correr.

Ya que hablo tanto de las vías del Cable Car... Os dejo esto... ;)



Después de la subida asesina estaba bastante cansado. Acabé la ruta por The Embarcadero a un ritmo más tranquilo, y cuando ya estaba volviendo por 4th St. me equivoqué y paré el RunKeeper en vez de pausarlo... :( Hice el último tramo sin forzar, mis piernas habían sufrido mucho en la primera parte y preferí dejarme llevar. Creo que la ruta fue de 11 Km, aunque el RunKeeper no pueda dar fe total de ello.

Descansé un día y me preparé para el mayor acto de cobardía de la semana...

Pero eso será otro post...

Recuperando después de Cabrils

Después de la brutalidad conocida como "La Cabrilenca", he tenido las agujetas más raras de mi vida... Acabé la carrera con dolor de rodillas y tobillos, y al día siguiente me aparecieron unas agujetas muy extrañas, en el lado externo de la parte de la pierna donde acaba el muslo y empiezan los glúteos. El lunes y el martes me costaba andar, me miraban con una cara muy rara en la oficina. Y el miércoles pensé que lo mejor para quitárselas de encima era salir a correr.

Así que me levanté todavía dolorido, y salí a hacer mis nueve kilómetros y pico de rigor. Ahora no llego a marcar 10 Km con el RunKeeper por una buena razón. Como estoy empezando a correr bastante, no quiero pasarme y acabar lesionado, así que me tomo más en serio el calentamiento y el enfriamiento. Estiro un poco antes de salir de casa, y al bajar a la calle, mientras el GPS acaba de enterarse de donde está, sigo estirando un rato más. Después hago el primer kilómetro a un ritmo tranquilo, y a partir del segundo ya corro de verdad. Cuando salgo del río y vuelvo a la civilización paro el RunKeeper, y sigo trotando más despacio para enfriar y hago algún estiramiento en los semáforos. La razón de parar el RunKeeper es que si no lo hago estoy seguro de que me picaría conmigo mismo e intentaría mejorar mis tiempos durante el enfriamiento... :) Así que paro el cacharro y de esta manera sé seguro que no correré más de la cuenta al enfriar.

Los 10 Km fueron bien, a ritmo lento, 5:02 por kilómetro y bajo de pulsaciones, no pasé de 166. No me cansé y casi noté como las agujetas se disolvían cada kilómetro que pasaba...

El viernes, ya sin dolores, volví a salir a hacer mi ruta light de 10 Km, esta vez un poco más rápido, a 4:53 por kilómetro y subiendo hasta los 168 lpm. Al día siguiente me tenía que ir de viaje, y me esperaba, además de bastante trabajo, una buena dosis de cuestas y kilómetros, pero eso ya será otro post...