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domingo, 16 de mayo de 2010

Cronica de Montmeló

Hay días que uno se levanta con el pie izquierdo, pero hoy no ha sido uno de ellos... Hoy ha sido uno de esos días, escasos, en los que desde que suena el despertador notas que va a pasar algo bueno.

Ya llevo varias semanas habiendo cambiando mis entrenamientos para hacerlos más duros y frecuentes. No ha sido una decisión provocada por el afán de mejorar una marca o plantearme un objetivo de kilómetros, sino que ha sido algo que ha salido solo, el cuerpo pide más kilómetros, más cuestas, más días... Hace unos tres meses salía un día sí y un día no. Hasta que uno de esos días que me quedaba en casa tenía una especie de mala conciencia y de ganas de haber salido a sudar y estirar las piernas. Así que adelanté veinte minutos el despertador y me planteé salir tres días y descansar uno, y después endurecer la ruta con cuestas y cambios de ritmo.

Corro por placer y por salud. Y no puedo evitar intentar mejorar cada día... No iré al gimnasio ni me apuntaré a un club de corredores, al menos en los próximos años. Tengo dos niños pequeños y una esposa, además de un trabajo que como todos requiere su tiempo y dedicación, y he de robar el tiempo para correr a mis horas de sueño y al descanso del fin de semana. Intento llevar una alimentación correcta y sobre todo tengo la capacidad de ser disciplinado, así que lo que pueda mejorar será sólo a base de kilómetros, intentando hacerlos con cabeza, combinando tiradas, series, cuestas y carreras populares.

Esta declaración de intenciones viene a colación para aclarar que, pese a ello, mejorar mis marcas y sentirme un poco más fuerte cada carrera es una sensación difícil de superar y una satisfacción inconmensurable. No por ello dejaré de apreciar los efectos positivos del deporte en la salud física y mental, pero qué carajo... ¡¡¡He hecho mi mejor marca esta mañana en un circuito complicado y estoy eufórico!!!

Sonó el despertador a las 6:00, y fui a hacerme el zumo de naranja, para acompañar un suculento plato de pasta, como cada mañana de carrera. Mi hijo mayor, seis añitos que tiene, se levantó y me hizo compañía mientras me comía las galletas y el café, cumplía dos veces el punto 8 y llegaba la hora de salir. Manu pasó por casa, y esta vez se apuntó también Xavi, otro de los cobardes que corre conmigo.

Llegamos a Montmeló muy bien de tiempo, aún no eran las 9 de la mañana. La organización, perfecta, obviamente los medios de un circuito no son los mismos que los de un polideportivo. Aparcamos bien, dimos un corto paseo hasta el "paddock", y recogimos los dorsales sin hacer ni siquiera cola. Unas fotos antes de empezar, el último punto 8, una barrita de cereales con plátano y chocolate, y a calentar.

Salimos al calentar al circuito, tras las típicas bromas de subirse a los pianos, calcular la mejor trazada en la zona limpia, buscar al calvo de La Sexta, etc. Ya en calentamiento vimos que el recorrido de llano no tenía nada. Ya estaba sobre aviso... Sabiendo que la orografía no acompañaba, mi idea era salir de menos a más.

Pero no, que no hay manera...

Por arte del azar, nos vimos en la misma línea de salida cinco minutos antes del pistoletazo. Hasta nos escondíamos porque no queríamos salir en las fotos con los "profesionales"... :) El resto de corredores, muy civilizadamente, se iba incorporando por la parte de detrás del pelotón, así que íbamos a tener una salida con muy poco tráfico. Y por si esto fuera poca provocación, la salida era cuesta abajo. Así que me olvidé de cualquier plan, y pensé que lo mejor era salir cagando leches, y ya veríamos qué pasaba después. No sabía lo que venía después, así que quería hacer la primera vuelta estudiando el terreno y pensar la mejor manera de atacar la segunda.

Dicho y hecho, pistoletazo, y a volar cuesta abajo. Los primeros 600 metros bajaban en picado. No estoy especialmente delgado, aunque obviamente he perdido peso desde que he empezado a correr, así que la fuerza de la gravedad ayudó a completar el primer kilómetro, tras la bajada, la recta de llegada y unos pocos metros más cuesta abajo, a 3:35. ¡Cuando escuché al RunKeeper no me lo creía! Eso me animó, todavía quedaba todo el circuito por descubrir, y sabiendo que todo lo que baja debe subir, seguí corriendo y estudiando la ruta.

Después de los primeros 1300 metros en bajada, comienza la primera subida, se ascienden unos 23 metros en una distancia de 1200. Cómo todavía iba lanzado, el segundo kilómetro, a mitad de la subida, cayó a 3:57. Después de completar la subida, otra pequeña baja en picado, hasta acabar el tercer kilómetro, a 3:59. Luego la primera rampa asesina, desnivel de 20 metros en una distancia de 400, además en curva. Eso ya empezó a costar más... Una bajada muy ligera y ya habíamos hecho el cuarto kilómetro, éste a 4:17. Aún me veía fuerte, y habíamos subido bastante. Aunque también podía aventurar que la segunda vuelta iba a costar bastante más...

Una buena subida para poner a prueba piernas y pulmones, desnivel de 14 metros en una distancia de 300, y entonces, cuesta abajo a tope hasta volver a pasar por la recta de tribunas y empezar la segunda vuelta. El kilómetro 5, después del repechón y el inicio de la bajada, lo hice a 3:58. El RunKeeper me estaba dando unos tiempos de mejor marca, pero sabía que volver a subir las cuestas no iba a ser fácil...

El sexto kilómetro también se hace cuesta abajo, pasando por la recta principal del circuito. Me dejé llevar por la gravedad, aunque las piernas ya no daban tanto de sí, y lo hice a 3:55. A esas alturas, pese a respetar mucho las subidas que venían, ya pensaba que mi marca estaba a tiro.

El séptimo kilómetro fue el más duro. Había que escalar 22 metros en una distancia de 1000. Me había vaciado los seis kilómetros anteriores, pensando que todo lo que ganara al principio era tiempo que podía rascar al resultado final. Sabía que el séptimo iba a ser terrible, que después venía una bajada y que aún me quedaba coronar el noveno contra la gravedad. El séptimo lo hice a 4:37, no podía ir más rápido. Hice los ochocientos metros de bajada del octavo apretando los dientes y decidí que la última subida, del kilómetro 7,800 al 9,100, la iba a hacer a morir. El octavo, con la bajada y el principio de la última gran subida, cayó a 4:02.

El noveno, cuesta arriba excepto un tramo corto de unos pocos metros, lo hice desconectando el cerebro y convertido en una máquina que sólo tenía piernas y pulmones. Pese al desnivel de casi 20 metros, y el tute que llevaba encima, lo hice a 4:22. El RunKeeper me cantó el tiempo en el kilómetro 9 y pensaba que iba a hacer marca pero no tenía claro por cuánto. Quedaba una subidita de pocos metros y el resto ya era cuesta abajo. Subí esos últimos metros braceando, impulsándome hasta con la cabeza, y en la bajada aceleré el paso, animado por los dos kilómetros anteriores en los que adelanté a bastante gente. No era consciente del tiempo que estaba haciendo en ese último kilómetro, hasta que apenas llegando a la meta el RunKeeper me cantó 40:40. Ese último kilómetro en caída libre lo hice a 3:44.

Como el GPS no es perfecto, el RunKeeper me chivó el tiempo unos segundos antes de cruzar la meta, cuando según sus cálculos ya había hecho los 10Km, y tras escuchar la voz celestial que me decía que había hecho menos de 41 minutos crucé la meta con los brazos en alto y un gesto de rabia y satisfacción, tras ver que había podido dejar atrás los 42:00 que hace meses veía inalcanzables y podía empezar a pensar en bajar los 40:00.

Hice una carrera un poco rara, la salida en bajada fue una tentación demasiado grande como para salir conteniéndome... Además, he de reconocer que el trazado del circuito tiene algo de trampa a favor, pues los primeros 800 metros cuesta abajo no hay que subirlos después, ya que la carrera empieza en la bajada anterior a la recta de salida y acaba en esa misma recta dos vueltas después, todo hay que decirlo.

Creo que las 10K las hago, inconscientemente, empezando a tope, teniendo un pequeño bajón a partir del kilómetro 5 ó 6, y apretando de nuevo a partir del 7 ó 8. Estoy llegando entero a los últimos metros, incluso puedo permitirme un sprint. No sé si es la mejor táctica, pero es lo que me pide el cuerpo. Prometo una vez más intentar hacer la próxima de menos a más... :)

En fin, una carrera preciosa, una experiencia inolvidable correr en el circuito, y un sabor de boca memorable bajando mi tiempo. Además el lugar es ideal para ir con la familia, hay atracciones para los niños y mucho espacio libre. Está muy cerca de Barcelona, ya sería perfecta si empezara una hora antes, pero aún empezando a las 10, el calor no ha hecho estragos y se ha corrido bien.

Ahora toca entrenar dos semanas, ir a ver a mis zombis, y luego la Cursa de El Corte Inglés. Ésa sí que duele... La subida al estadio es demoledora. Así que voy a dar muchas vueltas al Hospital para intentar dejar el pabellón bien alto.

4 comentarios:

  1. ¿A que te lo has pasado en grande, eh? No es sencillo correr en circuito pero tú lo has hecho perfecto. No le des más vueltas, ahora a seguir entrenando.
    Yo creo que no hay una técnica válida para todas las carreras: cada carrera es distinta y dependemos mucho de cómo nos levantemos ese día para afrontarla de una manera u otra.
    A seguir entrenando de ese modo, que lo haces muy bien.
    Saludos.

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  2. Enohorabuena Isidro,socio por esa mejora de marca personal en los 10.000.Felicidades socio. Ahora más y mejor. Animos con esos entrenos. Vamooosssssssssssss Isidro Vamooosssssssss go go go. Un abrazo socio y a seguir disfrutando.

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  3. Isidro, has corrido genial, no le des vueltas, has usado la táctica keniata, salir a tope, intentar seguir a tope y acabar a tope. Enhorabuena, en una más llanita eres sub-40, seguro, los sube-baja penalizan más que premian. saludos.,

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  4. Gran marca Isidro, ya me gustaría a mí correr a esos ritmos. Curioso deseyuno, lo prbaré antes de alguna tirada larga.

    Muchas felicidades

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