Después de la brutalidad conocida como "La Cabrilenca", he tenido las agujetas más raras de mi vida... Acabé la carrera con dolor de rodillas y tobillos, y al día siguiente me aparecieron unas agujetas muy extrañas, en el lado externo de la parte de la pierna donde acaba el muslo y empiezan los glúteos. El lunes y el martes me costaba andar, me miraban con una cara muy rara en la oficina. Y el miércoles pensé que lo mejor para quitárselas de encima era salir a correr.
Así que me levanté todavía dolorido, y salí a hacer mis nueve kilómetros y pico de rigor. Ahora no llego a marcar 10 Km con el RunKeeper por una buena razón. Como estoy empezando a correr bastante, no quiero pasarme y acabar lesionado, así que me tomo más en serio el calentamiento y el enfriamiento. Estiro un poco antes de salir de casa, y al bajar a la calle, mientras el GPS acaba de enterarse de donde está, sigo estirando un rato más. Después hago el primer kilómetro a un ritmo tranquilo, y a partir del segundo ya corro de verdad. Cuando salgo del río y vuelvo a la civilización paro el RunKeeper, y sigo trotando más despacio para enfriar y hago algún estiramiento en los semáforos. La razón de parar el RunKeeper es que si no lo hago estoy seguro de que me picaría conmigo mismo e intentaría mejorar mis tiempos durante el enfriamiento... :) Así que paro el cacharro y de esta manera sé seguro que no correré más de la cuenta al enfriar.
Los 10 Km fueron bien, a ritmo lento, 5:02 por kilómetro y bajo de pulsaciones, no pasé de 166. No me cansé y casi noté como las agujetas se disolvían cada kilómetro que pasaba...
El viernes, ya sin dolores, volví a salir a hacer mi ruta light de 10 Km, esta vez un poco más rápido, a 4:53 por kilómetro y subiendo hasta los 168 lpm. Al día siguiente me tenía que ir de viaje, y me esperaba, además de bastante trabajo, una buena dosis de cuestas y kilómetros, pero eso ya será otro post...
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