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sábado, 13 de marzo de 2010

Un cobarde cruza el Golden Gate

Si la foto de Crooked Street es clásica en las postales de San Francisco, no lo es menos la del Golden Gate. Creo que si preguntamos a cualquiera cuál es el puente más famoso del mundo, la gran mayoría dirá que es éste.

El puente lo he visitado varias veces, aunque nunca he llegado a pasar al otro lado. El puente mide más de 2,5 kilómetros, así que cruzarlo y volver supone algo más de 5. Calculo que yendo por la ruta que hago por la costa, el puente está más o menos a 13 Km de mi hotel... Así que... ¿Por qué no intentarlo?

Todavía no estoy tan loco como para ir al puente, cruzarlo y volver corriendo, sobre todo si luego he de pasarme más de 12 horas sentado en un avión. Pero sí lo suficientemente loco como para coger un taxi, pedir que me lleve al Golden Gate, y una vez ahí cruzar al otro lado, volver y llegar corriendo al hotel por toda la costa.

Calculé que quizá sería más distancia, pero al final la ruta fue de unos 18,36 Km. ¡Una buena despedida de San Francisco!

Me comí dos barritas de cereales a las 6 de la mañana y bajé a la calle a pedir un taxi. El taxista me miró con extrañez, normal, no creo que sea habitual encontrarse a un tipo saliendo de un hotel con ropa de running y que te pida que le lleves al Golden Gate. Estuvimos hablando por el camino y resulta que el hombre es originario de India, y fue deportista profesional, en concreto corría los 400 metros vallas. Me estuvo contando que de eso no se vive, y que vino a Estados Unidos a trabajar para poder enviar dinero a su familia... Estuvimos hablando de lo beneficioso que es el deporte para la salud, y le conté mis intenciones de hacer cruzar el puente y hacer un trayecto de casi 20 minutos en taxi corriendo.

Llegué al puente, estiré un poco, y comencé mi ruta. Nada más salir me encontré a otro cobarde cruzando el puente, veo que mi idea no es muy original, y cuando le adelanté casi me atropelló un ciclista que gritaba "on your left!" mientras me pasaba. A partir de ese momento, tuve mucho más cuidado adelantando...

Una cosa que me sorprende de Estados Unidos es la cantidad de coches que hay y la poca contaminación que se nota. Quizá sea el hecho de que las ciudades se construyen a lo ancho y no a lo alto, y obviamente, en un puente, en medio de la bahía y con un viento tremendo, es normal que 6 carriles infestados de coches no supongan un problema para respirar aire puro. Si a eso le unimos que en vez de los asquerosos autobuses de Barcelona y Madrid ellos tienen tranvías o autobuses eléctricos, es normal que en San Francisco sea un placer respirar mientras se corre.

Crucé el puente a un ritmo poco más rápido que los 5 Km/min, dosificando porque luego venían unos cuántos kilómetros más... Al salir del puente apreté un poco el paso, mientras disfrutaba de la ruta. Mini playas, parques inmensos, caminos rodeados de arboleda, grupos de gente haciendo ejercicio y muchos, muchísimos cobardes corriendo. No tenía muy clara la ruta, la verdad es que Google Maps está pensado para coches y no para cobardes, pero pude hacer todo el camino bien, sólo dudé en un par de cruces pero reaccioné a tiempo y no llegué a perderme. Ver tanta gente me animó a aumentar el ritmo, y vi como iban cayendo los segundos y mejorando los parciales. Era la primera vez que hacía tanta distancia en ayunas, pero me sentí bien y empecé a correr un poco más, no es que me pique, pero al final no permití que me adelantara nadie... :)

Acabé a buen ritmo, pillé bien casi todos los semáforos de 4th St. menos uno, y llegué al hotel satisfecho por no haberme perdido y por haber aguantado bien casi media maratón recién levantado, después de tres días de rompepiernas y uno de descanso.

Como me gustó tanto la ruta, os dejo un vídeo, gentileza de MapMyRun y Google.



No sufrí nada durante el viaje de vuelta, es más, no he tenido agujetas, sólo el dolor de espalda habitual de un vuelo intercontinental... El jet lag de oeste a este, que siempre es más duro, creo que lo tengo superado, después de dormir ayer doce horas seguidas, no recuerdo cuándo fue la última vez que dormí tanto. Así que, para rematar la faena, mañana saldré a ver si mí río Besós sigue donde lo dejé.

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