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sábado, 11 de agosto de 2012

Corriendo dentro de un volcán

Desde que empecé a calzarme las zapatillas de running, me las he llevado casi siempre conmigo de viaje, tanto profesional como de ocio, y gracias a eso he podido hacer algunas cosas raras con ellas... :) Tres continentes, tres países también, cinco provincias españolas y dos archipiélagos me han visto correr, y en algunas de estas aventuras, he corrido sobre la nieve, diluviando, en medio de una ola de calor, a la orilla del mar, subiendo montañas o recorriendo ríos. Tampoco son cosas tan raras, pero variedad no me ha faltado.

Pero hoy creo que he hecho lo más raro que he hecho nunca con unas zapatillas de running... ¡Subir a un volcán!

La ruta me la había enseñado Antonio Navas, y curiosamente Jan ya la conocía y me la estuvo también explicando cuando corrimos juntos... Hay que reconocer que correr por el cráter de un volcán es algo a lo que no creo que nadie dijera que no si se tiene la oportunidad... :)

Diana a las 6:00am, ya que aquí sale el sol a las 7:00am y no he traído frontal. Punto 8 moderado, pues el mojo ayer volvió a hacer efecto a media tarde... :) Salgo en dirección a Montaña Roja, como se llama el volcán en cuestión, a ritmo suave. El entrenamiento cruzado del día anterior consistió en un partido de fútbol a 35 grados, así que las piernas andaban algo enfadadas y el cuerpo también algo dolorido. 4 kilómetros por asfalto, mientras la imagen del amigo Montaña Roja iba haciéndose cada vez más nítida... Así se ve el volcán justo cuando nos acercamos a la subida.


Y no tengo foto de la cara que se me quedó cuando llegué a la ladera, justo al lugar por donde la ruta que me pasó Antonio decía que había que subir... ¿Por ahí hay que subir? Se intuía una especie de camino, si se puede llamar camino a algo que sube con una pendiente mínima del 30% y pasa rápidamente a un 45%... El camino, por llamarlo de alguna manera, era una especie de línea zigzagueante en la que la roca volcánica parecía algo más erosionada, aunque en más de una ocasión no tenía claro donde pisar y más de una roca cayó ladera abajo tras plantar el pie encima. Miré atrás una vez y decidí que iba a ser la primera y la última, qué acojone... :)

¿Cómo se sube por ahí? Al principio, corriendo, al llegar a la ladera, dando saltitos, luego pasos largos, después pasos más cortos, más tarde parando de vez en cuando, y ya al final, prácticamente a gatas... :) Pero conseguí llegar arriba tras casi 10 minutos por la ladera. Entonces volví a mirar atrás, y la pregunta de ¿por ahí hay que subir? se convirtió en ¿pero cómo he podido subir por ahí? La imagen era espectacular, en la ruta de RunKeeper he dejado más fotos, aunque en una foto no se aprecia bien la verdadera pendiente...

Una vez arriba, la ruta decía que se podía recorrer el cráter del volcan y bajar por un camino mucho más amigable, por la ladera con menos pendiente. Y a muy pocos metros de mí, en la dirección en la que iba a comenzar a dar la vuelta, ¡me encontré a otro runner! También estaba de vacaciones, y cuando se enteró que se podía subir al volcán, decidió que no iba a volverse a casa sin hacerlo. Así que aprovechamos para hacernos fotos con los respectivos teléfonos, y así he podido inmortalizar mi estancia en el cráter del Montaña Roja:



En la segunda foto se ve que, además de recorrer el cráter por el exterior, se puede bajar también a su interior, así que le di una vuelta completa, y luego una segunda que acorté por el camino que lo atraviesa. En el mismo cráter había tramos para practicar el famoso ca-co, con mucha pendiente y terreno difícil, y me encontré además bastantes mensajes escritos con piedras...

Y vuelta para el hotel. La bajada, más suave, por un camino que parecía camino de verdad aunque con bastantes piedras sueltas, y una pendiente más humana, de sólo el 15%. Vuelta al asfalto, unos kilómetros más pasando algo de sed, ritmos cochinos por lo castigadas que estaban las piernas, 5:57, 5:36, 5;36, y entonces me acordé de Alberto Salazar, que en el último libro de running que he comprado decía que la peor pesadilla de un maratoniano es un final al sprint... :) Y recordando que el gran Alberto Salazar lo ganó cuando le pasó, el último kilómetro y pico tuve que apretar porque me ocurrió la peor pesadilla de un entrenamiento maratoniano, que es encontrarse con otro runner cuando estás acabando un entrenamiento y vas hecho polvo... :) El guiri en cuestión se me puso al lado, pero apreté un poco y acabé haciendo un kilómetro a 5:22 y los últimos 200 metros a 5:11 con el guiri alejándose poco a poco de mi estela... :)

Ritmos, pulsaciones y demás, dada la orografía del entrenamiento, son anecdóticos, pero la ruta, sí que creo que esta vez merece la pena verla...


Llegué muerto de hambre al desayuno, y luego, gracias a ese hermoso invento que se llama Mini Club, pude reposar bajo el sol el duro entrenamiento de hoy hasta la hora del baño con mis cachorros después de comer. Por la tarde, abdominales en la tumbona y más reposo... Mañana, un cochinero, es lo que más apetece después de ver la final olímpica del 4x100... :) Y el lunes, el lunes promete, ya contaré... ;)

6 comentarios:

  1. Gran entrada Isidro. Sin duda el running es uno de los pocos deportes que se puede llevar uno puesto adonde vaya.

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  2. Veo que no soy el único que disfruta con acumular lugares en los que ha corrido. Una ruta fascinante sin duda y seguro que el lunes no lo será menos, la isla aunque pequeña tiene sitios alucinates.

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  3. muy bien Isidro, reconociendo la isla, en mi caso aún no ha podido ser pero con tu historia me has animado. Un saludo

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  4. Isidro, puedes hacer un rodaje de 30K a 4 min/km que lo olvidarás, pero de esta experiencia no te olvidarás nunca. Genial!

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  5. Fantástico, recuerdo lo que me impresionó el silencio del parque de Timanfaya cuando lo visité, correr por allí seguro que es una gran experiencia.

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  6. Sólo dos runners pueden encontrarse por ahí arriba :)

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