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martes, 29 de marzo de 2011

¡El retorno!

Hay muchos días que quedarán grabados para siempre en la memoria de un runner. Quizá el día en el que uno deja de ser jogger y pasa a ser runner no es uno de ellos, seguramente porque, al menos en mi caso, no puedo decir que haya sido un día en concreto, fue una evolución paulatina y un buen día me di cuenta de que correr era algo que me gustaba, pero que además me había hecho marcarme una autodisciplina y sacrificar algunas cosas, en mi caso horas de sueño y tele, a cambio del placer de sentir una evolución, una mejora, unos resultados...

Otros días sí que quedarán grabados para siempre. La primera carrera que corrimos, la primera vez que bajamos esa marca que se nos atragantaba, la primera media maratón, esa MMP en 10K que parecía un sueño, el día que decides empezar a preparar la maratón, el momento en el que te ponen la medalla después de completar los 42195 metros más duros de tu vida... No hay muchos más que recuerde con tanta nitidez y que sepa que nunca voy a olvidar.

Y hoy he descubierto otro momento muy especial, que sé que tampoco se me va a olvidar. Pese a que en mi caso no ha llegado a ser del todo una lesión, sino una especie de cansancio físico y mental unido a una sobrecarga y una condropatía con la que debo convivir, hoy he vivido un momento que creo que todo runner tiene también grabado si ha pasado por él. El momento de volver a correr después de estar parado forzosamente...

Algo tan rutinario y habitual como levantarse, preparar la ropa, comer algo, estirar, empezar a correr un día más, uno de muchos, uno que acaba siendo una cifra en una hoja de cálculo en la que guardamos nuestro plan de entrenamiento, puede convertirse en un momento muy especial cuando lo hemos perdido durante un tiempo...

Y cuando por fin, tres semanas después, el despertador ha sonado a las 5:00am, con su música celestial, invitándome a salir de la cama en la que tan calentito se está, cuando he sentido la llamada de la cafetera y he saboreado cada segundo de ese robótico ritual matinal, apretar el botón para que el agua del depósito se caliente, coger una cápsula del cajón del Espresso Intenso, introducirla lentamente en el receptáculo, bajar la palanca y sentir como la aguja perfora la delgada capa protectora y nos obsequia con ese sonido sensual del aire que ocupa de inmediato el vacío que protegía el aroma del café molido, coger una taza verde y un plato verde, dejar la taza bajo el orificio de salida del denso brebaje mientras saco una cucharilla, todo calculado para acabar el proceso justo cuando la luz verde invita a pulsar el botón que inicia el proceso, lento pero seguro, por el que un fino hilo negro de intenso aroma llena suavidad la taza, inunda la cocina, despierta los sentidos, mientras abro con sumo cuidado el bote de las galletas, elijo dos al azar, y camino lentamente hacia el comedor con el botín en mis manos, esa taza de café caliente y las dos galletas con chocolate que degusto mientras reviso mi correo, leo los comentarios de mis amigos runners, voy sustituyendo el pijama por la ropa de runner y reviso que el iPhone y Forerunner estén preparados para dar buena cuenta del entrenamiento del día...

Esos minutos en los que el cuerpo arranca, carga los drivers, inicializa controladores y procesos críticos del sistema, rutinariamente, acostumbrado a la mecánica diaria, hoy los he disfrutado con una tranquilidad y lentitud especialmente anodina, saboreando cada instante como si nunca más volviera a repetirlo, pero sabiendo que mañana estarán de nuevo ahí...

Me he vuelto a ver con mis Saucony, camiseta Nike de manga larga, mallas cortas, iPhone en el brazo derecho, pulsímetro en el pecho, Forerunner en la muñeca izquierda, llaves de casa en el bolsillo trasero del pantalón, nada más, hoy no tocaban geles, es más, ni siquiera ha habido punto 8, no tenía un kilometraje previsto, no tenía ritmo objetivo, sólo tocaba salir lentamente de casa, cerrar la puerta con sigilo, bajar una bolsa con envases para reciclar, y sentir un escalofrío cuando pisé la calle vestido de runner...

Estiré con una parsimonia exagerada, respirando hondo el aire de una ciudad dormida, sin coches, sin transeúntes, sólo con algún despistado que miraba al loco de los pantalones cortos, me quedé ensimismada viendo como las columnas danzantes del Forerunner cambiaban de tamaño y posición mientras la señal de los satélites del GPS indicaban en qué parte del planeta un runner se disponía a empezar el entrenamiento más esperado de su breve historia...

Tras los estiramientos, esperé pacientemente a que el semáforo de peatones cambiara a verde... Puse en marcha en RunKeeper... Di dos pasos... Pulsé Start en el Forerunner... Y empecé a correr...

No había plan, no había ruta, no había ritmo... Desde la primera zancada me esforcé por pisar con el pie plano, levantar los tobillos y conseguir un movimiento casi circular de la pierna, intentando pisar con el pie plano cuando éste ya vuelve de la posición más lejana que se alcanza con la zancada hacia delante. Inmediatamente sentí que me costaba un poco más, pero que a cambio, el impacto que sentía en las rodillas era mucho menor...

Llegué al punto en el que bajo al río, pero decidí seguir en dirección a Montcada, ida y vuelta suman poco más de 9 kilómetros, me sentía cómodo, no iba a hacer 14 ó 15 pero tampoco quería hacer 6, así que sobre la marcha decidí que 9 era buen número.

Cuando miré el Forerunner vi que ese primer kilómetro que normalmente hacía a 5:50 ó 6:10 cayó a 5:02. No salí con la idea de empezar a lo loco. Pero las piernas ávidas de zancadas me llevaban en volandas. La zancada más eficiente indudablemente influye, qué bruto he sido todo este tiempo corriendo de manera tan descompensada...

Creo que seguí hacia Montcada también porque el cuerpo me pedía sentir con intensidad ese viento que sopla en el Besós en dirección hacia el mar. Ese aire que adultera los tiempos de mis series, que me frena y me hace luchar a cada paso, me llenó de energía, me hizo correr aún más, mejorar la sincronía del movimiento de mis piernas, y poco a poco el ritmo fue aumentando, dejándome llevar por lo que me pedía el cuerpo, sin pensar si iba deprisa o despacio, dando rienda suelta a las piernas que experimentaban de nuevo la sensación de llevarme en volandas...

4:54, 4:44, 4:41 y media vuelta para hacer otro kilómetro más a 4:41... No, no iba tranquilo, no iba relajado, no iba respirando cómodamente. Iba al ritmo que me pedían las piernas, ellas mandaban, se lo habían ganado con esa paciencia infinita durante estas tres últimas semanas, y hoy las respeté y decidí que la cabeza tomara el mando a partir de mañana. Las piernas no fueron imprudentes y pese a correr a un ritmo mucho más vivo que el habitual de mis salidas a las 5 de la mañana, no llegaron a forzar más de la cuenta, pero sí que pisaron con ganas, intentando aplicar una buena técnica, pidiendo más aire a los pulmones, más sangre al corazón, más impulso a los brazos...

Siguieron tirando de mí, 4:37, 4:39 y 4:38, velocidad de crucero, yo, el viento, el río Besós, nada más, algo más de 13 minutos que me parecieron un segundo y a la vez una eternidad, el contacto del suelo en mis zapatillas, esta vez distinto, más suave, casi una caricia, un gesto más limpio, más eficiente...

Ya estaba llegando a casa, bajé el ritmo, último kilómetro a 4:47, y los algo más de 200 últimos metros a 4:13, levantando los tobillos, aumentando la velocidad angular de mis piernas, sintiendo el esfuerzo, ahora sí, acabando con ganas, queriendo seguir pero pensando que es sólo el primer día, que me he dado un homenaje, que mañana seguramente tendré agujetas, que no era lo más inteligente correr así pero sí que era lo que el cuerpo me pedía, y esta mañana he quedido darle un homenaje...

Mañana a rodar tranquilo... Pero hoy será un día que no olvidaré como runner...

17 comentarios:

  1. Enhorabuena por tu vuelta. Hace poco viví la misma experiencia que cuentas y fue algo muy parecido, para no olvidar. No se valora lo que uno tiene o hace hasta que le falta. Ahora a disfrutar de nuevo!

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  2. Chapeau, artista; !qué bonito lo escribes! Enorabuena.

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  3. Esta entrada es de agradecer. Enhorabuena y ahora a disfrutar de lo que nos gusta.

    Un saludo.

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  4. Me alegro mas de lo que puedes pensar.. yo he corrido esta noche contigo.. así me han ido, las series, que me pesaban las piernas de tanto tute ji jiji.. Isidro a hora poco a poco.. para mejorar en cuatro días ya veras, me alegro de que hoy te hayas sentido bien al acabar la sesión matutina

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  5. Felicidades por tu vuelta. Los días que vuelves tras una lesión y no te duele nada son de los mejores.

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  6. Enhorabuena Isidro!! me ha encantado tu entrada, son tus piernas ávidas de kilometros las que han marcado el ritmo de las teclas de tu ordenador.
    Volver es renacer.
    Un abrazo.

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  7. Ahora toca volver poco a poco a la normalidad.
    Felicidades por tú vuelta al asfalto.
    Cuando volvemos después de un parón parecemos los niños cuando le traen los reyes en navidad.

    Salu2 desde Rota

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  8. Molt bé Isidro. Ya tenemos a nuestro Isidro-lobo que volverá a poner a los zombies en su sitio.
    Me alegro que estés de nuevo en activo, jeje.

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  9. joder que motivante la entrada.la verdad es que solo de leerte dan ganas de hacer unas progresiones.me alegro de tu reencuentro con el asfalto y las sensaciones que describes fantasticas.habia mono de zapatillas y sudor,a seguir pero con calma,ya has saciado tu hambre y debes ir piano-piano,saludos.

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  10. Feliz reencuentro Isidro, ya iba siendo hora de que volvieras por tus fueros. Aquí seguimos para leerte.

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  11. Enhorabuena, me encanta que hayas vuelto a sentir la alegría de correr y el placer de pisar las calles de madrugada, al ritmo que sea y lo que se pueda, pero correr, al fin y al cabo.

    Pronto me va a tocar a mi levantarme pronto para correr, como todos los veranos, que con el calor y la alergia, correr de tarde dentro de poco será un suplicio.

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  12. Isidro, entrada grande, grande. La celebro.
    Un abrazo

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  13. Me alegra mucho Isidro, esta vuelta ha sido muy importante para tí. Copiaré tu entrada para cuando yo pueda volver, por ahora tengo miedo de no poder correr esos 9 kms. Que tu cuerpo te vaya marcando el ritmo y los entrenamientos, y en Otoño-Invierno otro reto de los grandes.

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  14. IZIDRONATOR is back.....!!!!!!!!!!!!!!! ;D

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  15. Solo felicidades que viene de felicidad

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  16. Isidro, hoy he leído un reportaje sobre el entorno del río Besos y me acordé de ti, dice que antes era un lugar totalmente degradado y que han logrado convertirlo en un vergel, ideal para pasear y por supuesto correr, me alegra que vuelvas a tu ruta con tan buenas sensaciones. La descripción del café hace que lo esté oliendo ahora mismo, yo tomo el fortissio lungo, jeje....y muchas gracias por tu comentario, amigo.

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  17. Bien, Isidro..!! La vuelta siempre es un gran acontecimiento, de eso sabemos algo nostros, verdad...?? Nos vemos...!!

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