Tabs

domingo, 18 de octubre de 2015

Dos semanas... No hay Peak Week, taper a medias... ¡A sobrevivir!

Se está acabando el tiempo, pero no se está acabando el plan. Porque si para mis últimas maratones he entrenado siguiendo un no-plan, que metafóricamente sólo quiere decir que no he tenido unos entrenamientos programados, sino que los he ido variando según cómo me sentía de fuerzas, aunque respetando siempre las "three magic bullets" (series cortas, rodajes tempo y tirada larga), esta vez no he podido ni hacer eso... Este verano tuve un parón de dos meses por mis molestias en el glúteo y los isquios, y la lenta recuperación y sobre todo haber estado tanto tiempo sin correr no me ha permitido mantener un nivel de esfuerzo suficiente como para seguir un no-plan exigente. También por consejo del médico, no he querido forzar, me dijo medio a regañadientes que podía correr suave, pero nada de sprints, series o forzar más de la cuenta la musculatura.

Así que lo que he pretendido ha sido recuperar un poco la forma, no romperme, bajar pulsaciones, mejorar la resistencia, recordar cómo era eso de sufrir en el asfalto e intentar llegar al 1 de noviembre en un estado de forma que me permita acabar la maratón y no morir en el intento.

Los cinco días de entrenamiento semanales han pasado a cuatro. Dos de ellos, normalmente martes y jueves, consisten en ir corriendo a la oficina, son unos 15 km, con semáforos, cruces, gente agolpada sin orden alrededor de las paradas de autobús y alguna subida interesante al final.

Así salgo cada mañana, con mis cacharros para no perderme...




De esta guisa se me ve en la puerta de casa a las 6:30am, después de estirar...




Y así me homenajeo después de la ducha con un desayuno de rey en King (nótese el original juego de palabras)... ;) Sí, el zumo de naranja es recién exprimido, ¡y los tomates saben a tomate!




Los días de tirada larga estoy intentando acumular kilómetros en las piernas y bajar pulsaciones... Este año no habrá Peak Weak ni afilaré el hacha. Dejaré la última semana de taper, así que todavía me queda una semana más para intentar que el cuerpo llegue algo preparado a Nueva York. Las señales las quiero interpretar positivamente... Estas cuatro últimas semanas he corrido 24, 26, 26 y 26 kilómetros.


  • Los 24 km del día 24 de septiembre (qué lucido estoy, que originales juegos de palabras) salieron a 5:03. Pulsaciones medias de 157 bpm.
  • Una semana después, fueron 26 km a 4:52, y 156 bpm. Mejorando un poco...
  • Al siguiente domingo, cayeron 26 km más a 4:54 y 160 bpm. Un poco peor... Aunque con el atenuante de que el día anterior también hice 15 km (una especie de fin de semana de carga, echándole mucha imaginación)
  • Y hoy he vuelto a hacer los 26 km de rigor, aunque con la agradable sorpresa de hacerlos a 4:45 y 157 bpm.

Lejos, muy lejos de esas tiradas de distancia similar a 4:36 de planes anteriores... Aunque contento por volver a sentirme corredor...

No ha sido fácil intentar seguir un plan. No he tenido tiempo y he mezclado la recuperación con el entrenamiento, si hay niños leyendo esto, por favor no hagáis lo mismo en casa... :) Muchos estiramientos, mucho hielo, y muchas plegarias al dios del running. Además del cambio de los entrenamientos entre semana, tuve un viaje a Londres con todo mi nuevo equipo en King, equipazo profesionalmente hablando y que además no temen a calzarse las zapatillas y salir a las 6:30am a echar unos kilómetros por Hyde Park. Cuatro de doce se animaron, nada menos que un 33%, y aquí están las fotos que lo demuestran:







Y claro, en Londres, la hidratación debe hacerse siguiendo las costumbres locales...




Hambre, lo que es hambre, no se pasa hambre... Sea de cenita de empresa...




De comida de trabajo...





O en el mismo aeropuerto...




Por supuesto no podía volver sin mi Soda Selfie...




Aunque el selfie de después del entrenamiento del domingo de la semana pasada, en el que la humedad y probablemente el ciclo vital de la larva del mosquito produjeron este estremecedor efecto, sí que es para recordar...




Juro que la foto no hace honor a lo horrendo de la escena... El grito de mis vecinas lo tenía que haber grabado para compartirlo y así comprender el grado de estremecimiento que puede provocar la imagen de cientos de mosquitos pegados en mi cara... No quiero pensar cuántos me tragué... El primer plano sigue sin poder transmitir todo lo que unos pocos desafortunados pudieron ver en persona...